HACERSE CARGO Y NO CULPABILIZAR
¡Qué distinto sería el mundo, qué fáciles las relaciones, si cada uno se hiciera cargo de lo que piensa, de lo que siente y de lo que hace! Mientras se pone afuera la responsabilidad de lo que sucede, se pierde la importantísima posibilidad de DARSE CUENTA, de APRENDER, de CAMBIAR, de DISCULPARSE. Parece que resulta tannnnnnnnn simple “culpar, reprochar, reclamar, encontrar el defecto ajeno” y ni siquiera evaluar la remota posibilidad de haber sido, al menos en parte, responsable por tal o cual cosa. El enemigo está adentro, no afuera. Siempre digo que soy absolutamente responsable de todo lo que digo, pienso, siento y hago, pero de ninguna manera puedo ser responsable, de lo que los demás interpreten que digo, siento, pienso y hago. Eso, pertenece a la mente de quien lo interpreta. De hecho, aguantar, tolerar, comprender, contemporizar, soportar para no armar problemas mayores, TENER BUENAS INTENCIONES, son cosas que pueden sonar muy bien, pero sirven de poco. Tolerar es aguantar lo que no nos gusta, lo que no soportamos. Y quien se abusa de esas situaciones, no tiene en cuenta esa tolerancia, como un acto de amor. Sólo reacciona cuando lo vive en carne propia, pero no le vale para solidarizarse o disculparse, sólo le preocupa su situación. O sea, tolerar…no sirve. Y en momentos en que hay tanta bronca suelta, tanto miedo, tanto rencor en juego, es probable levantar un teléfono y encontrarse con una persona sacada del otro lado, agrediendo, insultando, acusando, gritando y luego cortando, como si hubiera dicho y hecho la gran cosa. Es más, me sucedió hoy, y era una usuaria quejándose por un servicio público!!!!! Cuando le dije que era una casa particular, me contestó que lo iba a investigar y me cortó ofendida, luego de haberme dicho de todo!!! Lo mismo da si es el número correcto o no, o si está pasando por alto el detalle de su parte en todo lo sucedido. El tema es DESCARGARSE. Ni les cuento si es alguien que apreciamos! Funciona mas o menos así: “Pobre de mi, yo que no hice nada y vos…blablablabla…” Cada uno completa con lo que se le ocurre. Va de cuerpo verbalmente, luego tira la cadena, traza una línea sobre tu nombre, pasás a la lista negra y de ahí a la frialdad, la venganza, el destierro. Y uno se queda pensando…”¿Dónde estaba esta persona cuando lo que dice estaba sucediendo?”. Bueno, siempre es alguna víctima que convierte lo que toca o a quien toca en victimario, que es la mejor manera de no ser nunca responsable de nada y pasar por alto su parte en el asunto. "Abro la boca, evacúo, descargo, libero mi miedo, acuso, descalifico, juzgo, pero ojo, eh, ¡YO NUNCA TUVE QUE VER CON NADA!" Siempre se pone la pelota en el terreno de al lado, luego de asegurarse de dejar al otro lo suficientemente lastimado, despreciado, agraviado y descalificado, como para que le quede claro que TODA LA CULPA ES DE ÉL. La verdad, retorcido como lo peor. Digo yo, y esto corre para vecinos, amigos, familiares, compañeros, amantes, parejas y otras hierbas, no sería mas amable, más lógico, llamar o aparecer o escribir, empezando por disculparse por lo que sea y abrir una puerta, una ventana, un miserable ventilete, como para poder…¿HABLAR? Porque evidentemente, el contacto no es para resolver nada, no hay voluntad de entenderse, sólo de sacarse de encima la responsabilidad de lo sucedido y encajárselo a otro. Eso es miedo. Y el miedo no resuelto se convierte en violencia. La violencia lleva a la culpa y ahí es, cuando se la tengo que encajar a otro y urgentemente, como me salga, porque sino…me deprimo. Bueno, es una elección. Este proceso se corta, cuando soy capaz de hacerme cargo de lo que “me está sucediendo”. No hay derecho a ir por la vida, literalmente DEFECÁNDOSE EN LOS DEMÁS por no decidirse a responsabilizarse por las macanas propias. A lo mejor, hay que aprender a decir a tiempo: “Hablamos cuando estés en tu centro y no me uses de “puching ball”. Respirá, pensá, evaluá tu parte, y cuando empieces la conversación por lo que considerás fue tu error, y con ánimo de partir desde lo que nos une y no lo que nos separa, hablamos de todo lo que quieras, incluso de lo que me toca a mi. Mientras tanto, mejor abstenerse. ¿Cómo darse cuenta del grado de responsabilidad del agresor? Simple. A mayor nivel de locura, gritos, violencia, agravios, desesperación y acusación, mayor nivel de negación de la propia responsabilidad y necesidad de depositársela a otro. ¡HAY QUE TRABAJAR CON LOS LUGARES OSCUROS PROPIOS! ¡NO CONVERTIRSE EN BOMBA DIARREICA A PUNTO DE EXPLOTAR EN CUALQUIER MOMENTO! POR EL AMOR DE DIOS…EN EL AÑO DE LA ESPERANZA…
Desde el alma y con el corazón.
Liliana Marcela Pérez Villar.
lilianamperezv@gmail.com
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3 comentarios:
¡Y pensar que yo creía que era el único que se cruzaba con todos los locos! Veo que abundan por todos lados. Apoyo tu propuesta de respirar cuando sentimos miedo y antes de que aparezca la bronca, según vos, para mi, el odio. Como el increible Hulk, que cuando le subía el pulso ya sabía que aparecía el montruo. Grande Li.
Respirar como Shen, yo le tengo fe al año de la esperanza. Gi.
Claro, imitando esa respiración tan perfecta, inigualable, precisa...es difícil, pero con un poco de práctica, se puede alcanzar la perfección, jajaja! El alumno mas destacado del Qi Gong, (y de los seminarios)
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