martes, 21 de marzo de 2017

RELACIONES

¡¿Cuántas veces nos quedamos en situaciones que tienen fecha de vencimiento, que ya vienen oliendo a rancio desde hace tiempo y haciendo agua por todos lados?! En la esperanza de recuperar lo sentido antes, en esa especie de nostalgia del futuro, en la añoranza de actualizar el pasado, permanecemos y transcurrimos al mejor estilo Eladia. A pesar de todas las pistas, de las evidencias, del malestar, de los malos tratos, de lo filoso del aire alrededor del cuello, a pesar de las lágrimas, de las manipulaciones, de las malas intenciones, a pesar de lo claro que pueda estar todo y de darnos cuenta, nos quedamos a la espera del milagro. ¡Y es una buena idea! Nosotros trabajamos por el milagro en el día a día. Pero no hay que perder la elegancia de retirarse 5 minutos antes del mal gusto o de la enfermedad. Son esos cinco minutos fatales que pueden significar la imposibilidad de mantener la gracia, en una relación que está rayando en la caricatura de lo que alguna vez fue, en caso de haberlo sido. Y uno sabe…sabe que hay algo desacomodado e incómodo ahí, que está entrando en ebullición como esa montaña perseverante en su forma, pero que encierra en su interior un volcán en erupción. Sale humo…caen piedras y lava…se escucha el temblor…pero resulta que preferimos pensar que es el ronroneo del gato. Y así “duramos”, echando raíces, quemados por la lava y con la soga al cuello como el perro de Pompeya. Palabras hirientes que salen de la boca disparadas como flechas envenenadas, agravios, descalificaciones, brotes psicóticos, llamas que lo incendian todo como si de gargantas de gigantes dragones se tratara. O su opuesto, esa actuación silenciosa añeja camuflada y manipuladora, que maneja todos los hilos y cabezas débiles con el dedo meñique. ¿Qué es lo que se pretende sostener desde ese lugar? Se dice que “el miedo no es tonto”. ¿Saben qué? A mí me parece que sí. Que el miedo es muy tonto y nos convierte en tontos a nosotros, porque nos maneja. Ese miedo a perder. ¿A perder qué? Bueno, Poder, el AMOR de alguien, una imagen, la cordura…en fin. ¡Como si en realidad fuera algo que poseemos! Para perder algo hay que tenerlo. Y es un hecho que no poseemos nada. Sólo la ilusión de poseer. Porque por más duro que suene, hasta la compasión necesita del rigor en algunas situaciones. FLEXIBILIDAD CON FIRMEZA. No hacerle pata al manipulador con su enfermedad. No convertirnos en su cómplice. Hay una puesta en escena en estas relaciones que todos ven generalmente, menos el implicado que cree que no se nota para nada. Y en el peor de los casos puede suceder que, realmente, sea tanta la escisión de su personalidad, que no tenga ninguna conciencia de lo que piensa, siente, hace o dice. No tiene nada que ver con lo que le pasa. Así como “el cliente tiene siempre la razón”, en este caso sería “La culpa siempre la tiene el otro”. Ni qué decir cuando hay problemas de comunicación y se arrastran rencores desde hace 20 años!!!! Imagínense venir a enterarse que hace 15 años le pisaste el pie a alguien cuando te tropezaste con la escalera y “nunca te perdonó” pero no pudo decírtelo a tiempo. Son relaciones donde los obstáculos ya no son de contenido, sino de relación. Y el olor a podrido sale por todos lados. A veces con conciencia, a veces sin o un poco y un poco. Cosas que pasan adentro, pero no se resuelven y se actúan en el afuera. “YO ESTOY BIEN. VOS ESTÀS MAL” y a esquivarle al bulto de la responsabilidad. No hay vocación de resolverlo o lo que es peor, no hay conciencia. Conclusión: gente enojada, frustrada, resentida, con un EGO herido muy grande y arrastrando su herida por el mundo como un estandarte destruyéndolo todo a su paso. Abismos interpretativos entre lo que uno dice y el otro entiende. Como si se hablara en idiomas diferentes. Sensación de traición o traiciones hirientes en las tinieblas. Digo entonces: ¿Vale la pena? No digo tirar todo por la borda ante el primer obstáculo, pero una vida obstaculizada y estancada de sufrimiento para aguantar qué? Se toman decisiones o no se toman decisiones, por falta de confianza. Se dan explicaciones que más tienen que ver con excusas o pensamientos perversos totalmente inútiles, que lejos de buscar una resolución, sólo atormentan. Desbordan los impulsos dejando llagas que no cierran nunca. ¿No sería más bondadoso retirarse sin camuflarse las caras? Brindamos cuando la vida nos juntó. Tal vez podamos brindar para seguir nuestro camino sin destruirnos. Lo que empieza como enfermedad, puede en algún momento convertirse en maldad. ¿Sabès que lo que no resuelvas en una situación, la vida te lo va a presentar en la próxima esquina para que de una vez, lo resuelvas y dejes de repetir? Si no resolvès, lo hacès eterno. Aquellos que se han sentido despechados, irán por el mundo provocando despechos y amenazando. Por favor, hay que trabajar sobre estos aspectos con la mayor cordura, prudencia y sabiduría. ¿Para qué ir por la vida dejando un tendal de cadáveres a nuestro paso por cobardía o falta de conciencia? Darse cuenta, disculparse y reparar el daño es un homenaje al prójimo. Y si no querès, no podès o no sabès, al menos no hagas daño. Insisto, hay que tener la elegancia de retirarse 5 minutos antes de la destrucción masiva. Date la oportunidad de hacer espacio para ver qué te tiene preparado la vida para sorprenderte. Aceptar cuando algo o alguien ya no encaja en tu vida, al menos de la misma forma, aunque en tus afectos siga estando siempre, es un síntoma de salud. ¿Para qué regodearse en el sufrimiento? Deponer las armas, hacerse cargo y renunciar a las pulseadas de poder, puede ayudar mucho a sanar vínculos, aunque la distancia sea lo más recomendable. Mucho mas recomendable que la falsedad, la psicopateada o las venganzas. No hay nada que demostrar a nadie si vos sabès quién sos y cómo te manejàs. Pero no te engañes justificándote. Siempre desde la total sinceridad y sin actuaciones. Para reflexionar y por el bien de todos. lilianamperezv@gmail.com FB: https://www.facebook.com/Anamcara-Centros-de-Energ%C3%ADa-51043297182/

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