domingo, 8 de marzo de 2015

Centro Bajo. RODILLAS “Y me caì de rodillas, vencida, como suplicando”

Hace muchos años atràs, a media cuadra de mi casa en Palermo, tuve una caìda de rodillas que fue un punto de inflexión en mi vida. Aprendì “de golpe” a soltar. Sentì un dolor tan fuerte que no podìa ni hablar. Nàuseas, mareo, ganas de llorar. Cuando logrè sacar los ojitos afuera y mirar la escena como si se tratara de otra persona, me envolvió una gran COMPASIÒN por mi misma. Me vì tan frágil, abatida, rendida, con tanto peso encima, las rodillas “doblegadas”, quiero decir dobladas, y tuve un profundo insight. Una confabulación estelar de “BASTAS”. SOLTAR. Una inmensa sensación de sometimiento, de no aguantar más, de estar vencida. Un campanazo a la humildad. FLEXIBILIDAD. En lugar de sostener desde la resignaciòn y el doblegamiento situaciones insostenibles y terminar con problemas de articulaciones, meniscos, caì de rodillas para comprender el NUNCA MAS. Un recorrido a la inversa. No es que lo recomiende, claro que no. No es el camino mas viable. Lo que no cabe duda es que resonò tan fuerte, que encendiò todas las luces del alerta y del lìmite. Considerando que ademàs, era un lugar que conocìa de memoria, por donde pasaba a diario, con ropa y calzado còmodo, esto era mas evidente aùn. Era la vereda de una gomerìa. Es cierto que el descuido de los dueños habìa cubierto el espacio de llantas, gomas, ruedas, etc. Pero de ahì a meter el pie adentro y revolear cartera, celular y literalmente “CAER DE RODILLAS”… Cuando logrè levantarme, muy lastimada para no entrar en detalles, no pude pronunciar una sola palabra. Tenìa tantas ideas para decirle a esa gente tan poco cuidadosa que se deshacía en perdones y explicaciones. Pero fue tan claro, que inmediatamente comprendì el mensaje que me habìa llegado. Fue como un tiròn de orejas. Un correctivo que me ubicò instantáneamente. Tenìa en claro que los mensajes celestes ingresan a travès de las articulaciones. Y me predispuse a escucharlo con una inmensa tristeza. Lo sabìa, pero me resistìa a aceptarlo. Podìa volver a casa o ir a que me dieran unos puntos. Pero ante la evidencia contundente y sin saber muy bien còmo lo logrè, me fui a dar una clase de M.O.V.E.R.S.E. que sabìa me iba a ayudar a poner sensaciones, pensamientos, emociones y mente en su lugar. Unir los cuerpos. Han pasado como 16 años de esta CAIDA. Luzco orgullosa en mi rodilla derecha, una cicatriz del ideopictograma de TIAN, que mi amigo David ha querido en su momento perfeccionar, navajita en mano, para terminarle una patita. Lo cual me hizo ganar el mote de “LA ELEGIDA”, porque llevaba la marca en el cuerpo! Jajajaja. Quedò en intenciones por suerte. Este fue un tìpico caso en que “Un tropezòn sì es caida”. Pero una caìda de rodillas que me ayudò a reflexionar y me puso de pie de otra manera. Probablemente me salvò de padecer de problemas en los meniscos, al apartarme de una situación de sometimiento, de esfuerzo excesivo y me mostrò el camino de la flexibilidad con firmeza, pero no rigidez. Una situación externa que desencadenò a travès del cuerpo, un movimiento interno tan fuerte, como para resolver lo que funcionaba como un obstàculo y no podìa soltar. Sin duda un gran aprendizaje. Y para eso estàn los obstáculos, para sacarnos de un lugar y colocarnos en otro. Liliana Marcela Pèrez Villar

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