Pintò melanco, pero feliz.
Por esas cosas de la vida, resulta que hace unos días, se extravió el dial de las radios que escucho habitualmente. Adoro la radio, herencia del abuelo Víctor que amanecía y anochecía con la famosa Spica, que hasta hace poco tiempo rondaba la casa apareciendo por aquí y allá, tal vez sólo para recordarlo y como si acaso hiciera falta. Me dispuse a sintonizar nuevamente, ya que no las tengo guardadas y la causalidad quiso que el buscador parara en el 89.10 de FM, Radio Malena. ¡Mirà vos! No tenès nombre casi pa’radio! Me sentì identificada al toque con Malena. Es que como ella, en cada verso pongo mi corazón. Una melodía familiar, de aquellas que uno ya no escucha, pero que eriza la piel por algún motivo que salta como sensación al principio, hasta que el navegador de los recuerdos da con él. Permanecí inmóvil, no sé si escuchando o reviviendo o añorando o qué…temiendo que si me movía…se rompiera el hechizo. Lo reconocí inmediatamente: “Romance de barrio” y agregué para mis adentros, (como quien responde una pregunta de concurso eliminatorio) Música de Aníbal Troilo, Letra de Homero Manzi. Entre lágrimas y sonrisa me felicité en silencio. Paso seguida dije: “Ups…” “Papàaaaaaaaaaa”… (San Martín dirían mis alumnos y pacientes tomándome el pelo). ¡Recórcholis! Jajajaja. Marcada a fuego desde chiquita. Cualquier semejanza con las matrices de aprendizaje es mera casualidad. Francamente, no es de mis tangos, bue…valses favoritos. Pasa que, por esa magia vehicular tan extraordinaria de la sagrada música, compañera entrañable, añeja, continua y eterna de mi vida, viajé en una fracción de segundo al pasado, a un reencuentro tan profundo e intenso, que venció cualquier distancia y tiempo sin ninguna resistencia. Eso sí que es viajar! Y me reencontré con ellos: MIS VIEJOS. ¡Papàaaaaaaa…Mamàaaaaaaaa…! Holaaaa! No me escuchaban claro, estaban bailando. ¡Cómo bailan esos dos! ¡Qué genios! Otra que Copes y Nieves! Son mucho mejores! Qué elegancia, qué estilo! Virulazo y Elvira, vengan que acá están los viejos dando clases pa’que tengan! El vals termina y ellos saludan agradeciendo los aplausos de todos los que bailaban a su alrededor, hasta que como de costumbre, terminan claudicando y vivándolos. Con una falsa modestia total, acceden esta vez sí, a deleitar a todos como única pareja central. Uhhhhhhhhhhhhh…escucha…¡Esthercita!…Mi “representante artístico” jajaja, Antonio Maida! Ahhh no… parà! Este es ROBERTO Maida y Canaro! ¡Cómo me gusta la milonga! Recuerdo esas conversaciones en las sobremesas, cuando Maida venía a casa a comer, porque era amigo de papá y daban cátedra de cantautores. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre tango y milonga y nunca se atrevió a preguntar. –“Por qué la quise tanto”. Ahí empezaba la perorata: Hugo del Carril-Mariano Mores, en el bandoneón fulano de tal…violín mengano de cual…esta grabación la hicieron en saraza…Siempre aparecía el club Atlanta por algún lado, donde a pesar de ser fana de San Lorenzo, jugaba al básquet y parece que hacían muy buenas presentaciones. Cuenta la leyenda que las chicas iban a verlo porque tenía muy buenas piernas! Por allá, por el año 1938 maso, con Carlos Bermúdez y la Orquesta de Juan Bava copaban la milonga. Papá tenía la desgracia cuando era chico, de vivir justo enfrente de la casa de su profesora de piano. Eso lo convirtió en concertista cuando era muy joven, pero terminó odiándolo a punto de no volver a tocar más. Parece que se animó a comprar una partitura de Palomita Blanca, (Música: Anselmo Aieta. Letra: Francisco García Jiménez). Su querida profesora de música, al oír los primeros compases tan alejados de Chopin, Mozart o Beethoven, cruzó como una fiera a tocarle el timbre a la abuela Concepción y con su dedito índice laríngeo gritó: “Dígale a Josecito que tiene prohibido absolutamente, tocar ese tipo de música”!!!!! Ese fue el fin de la carrera de músico que tantos años le llevó concebir. Intentó 50 años después en mi casa, cuando comprè mi sintetizador, pero no le gustaba las teclas dàctiles y sentía que había perdido totalmente la ductibilidad, como es lógico. No quiso tocar una segunda vez. Irrumpe un candombe en Malena. Así, como en mi historia, un candombe que me sacó de una vida y me puso en otra. Ehhhhh…Pàaaaaaa!…Màaaaaaa!…Pst… Ahhhhhhh…chauuuuuuu…se desvaneció el ensueño. ¡Qué bueno fue estar este ratito con ustedes! Desde esta lejana sensación de orfandad de tantos y tantas… ¡Qué raro es que tus padres no estén! Los recuerdos te traen y llevan por tiempos y lugares, frases, anécdotas…algunas maravillosas, otras… Para cuando te das cuenta que en realidad tus viejos eran dos pitufos, al lado de las cosas que ves, oís o en mi caso particular, atendès en un consultorio,…ya no están. Gracias a Dios, el paso del tiempo logra ir apagando las fallas humanas y vas recordando cada vez mas, sólo las buenas cosas vividas, compartidas. Y no tenès ganas de conectarte con los dolores, no hay reproches, abandonos, exclusiones, exigencias. Esas cosas con las que se pierde tanto tiempo cuando uno se puede dar el lujo de ofenderse o sufrir porque sabe que si toca el timbre, allí están. Te hacès cargo. La culpa ya no es de… Lo importante no es lo que nos hicieron o lo que nosotros creemos que nos hicieron, sino lo que hacemos con eso. He tenido la inmensa fortuna de haber podido acompañarlos cuando su tiempo llegó. Sé que desde donde estén ahora, tienen la claridad que por ahí no alcanzaron en este nivel de existencia. Me tranquiliza. Reconcilia y repara. Agradezco. Les agradezco que hayan sido exactamente así, como fueron. Hicieron que me convirtiera en la persona que soy hoy. Con mis virtudes y mis defectos. Con sus virtudes y sus defectos. Humanos. “Humans”…Elijo recordarlos de esta manera. A veces puedo llegar a sentir tristeza, por esas cosas que tuve que resolver sola, porque habían quedado pendiente. Pero no hay bronca. Hay mucho agradecimiento. Es muy difícil soltar a una mamà o un papá tan fuertes como los míos. Verlos fuertes ayuda a pelearse. Nadie puede pelear contra un débil para crecer. Y así, me hicieron fuertes a mí también, aunque cada vez menos. “Uno se cansa de tanto cansancio”. Y aquí me quedé, con mi vida musical, danzando la vida, con el corazón, las manos, los pies y como diría el Flaco: “Si quiero me toco el alma”. Gracias por todo. Los dejo con su danza allá y por ahora, me quedo danzando por acá, hasta que la vida nos vuelva a juntar. “Nos veremos otra vez” Uno. Uno, busca lleno de esperanzas El camino que los sueños Prometieron a sus ansias... Sabe que la lucha es cruel Y es mucha, pero lucha y se desangra Por la fe que lo empecina... Uno va arrastrándose entre espinas Y en su afán de dar su amor, Sufre y se destroza hasta entender: Que uno se ha quedao sin corazón... Precio del castigo que uno entrega Por un beso que no llega A un amor que lo engañó... Vacío ya de amar y de llorar Tanta traición Si yo tuviera el corazón... El corazón que di Si yo pudiera como ayer Querer sin presentir... Es posible que a tus ojos Que me gritan tu cariño Los cerrara con mis besos... Sin pensar que eran como esos Otros ojos, los perversos, Los que hundieron mi vivir. Si yo tuviera el corazón... El mismo que perdí Si olvidara a la que ayer Lo destrozó y... pudiera amarte... Me abrazaría a tu ilusión Para llorar tu amor... Pero, Dios, te trajo a mi destino Sin pensar que ya es muy tarde Y no sabré cómo quererte... Déjame que llore Como aquel que sufre en vida La tortura de llorar su propia muerte... Pura como sos, habrías salvado Mi esperanza con tu amor... Uno está tan solo en su dolor... Uno está tan ciego en su penar.... Pero un frío cruel Que es peor que el odio -punto muerto de las almas- Tumba horrenda de mi amor, Maldijo para siempre y me robó... Toda ilusión. Música: Mariano Mores. Letra: Enrique Santos Discépolo Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pèrez Villar.
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