miércoles, 2 de julio de 2008

Una aguja puede salvar la vida de alguien con un principio de ACV. (Accidente Cerebro Vascular)

Recibí un mail de Nena Semsano desde Houston, que me hizo recordar un episodio vivido hace unos tres años, en mi último viaje a México.
Salíamos de la casa de Carmen en el DF, la adorable Carmen, amiga de Jorge, rumbo a Tlacotalpan (la perla del Papaloapan, jajaja) a su “casita junto al río”, según sus propias palabras.
Estábamos muy entusiasmados, con ánimo de hormiguitas viajeras. Nos ilusionaba mucho cruzar las Sierras Morenas en el horario en que las nubes casi cubren la vista y te adentran en un mundo de fantasía en medio de la nada. Habíamos preparado el CD con “Niebla en el Riachuelo”, por supuesto, interpretada por “El Cigala” para generar los efectos especiales que acompañaran la aventura. Estábamos estrenando la nueva “camionetita de Cármen”, una 4x4 de color Blanco inmaculado.
En medio de la euforia y el smog del Distrito Federal, algo en Jorge llamó mi atención preocupantemente. El color de su cara, su tono muscular, la velocidad de sus movimientos, de sus palabras, una irritación (mayor que la habitual), enojo, su conducta en general y otras tantas cosas más. Como siempre llevo un juego de agujas conmigo, y considerando que estaba por sentarse al volante, le pregunté si me permitía que lo punturara, ya que lo notaba muy “ansioso”. Aceptó.
Afortunadamente, no iniciamos el viaje hasta retirar la aguja. Hubiéramos tenido que regresar inmediatamente, ya que al hacerlo, el tapizado nuevo, las camisas casualmente blancas de los tres, y todo lo que había a mano, quedó salpicado por un chorro a presión que salió de su oreja y todo lo tiñó de rojo. Luego de esto, y pasado el susto, se fue relajando y hasta se acostó en el asiento de atrás.
El mail de Nena hacía referencia a este procedimiento de sangrado. Lo que nuestras abuelas llamaban “sangrías”.
No podemos saber qué hubiera pasado con Jorge en ese momento. Pero sí podemos asegurar que una aguja puede llegar a salvar la vida de alguien con un comienzo de ACV (Accidente Cerebro Vascular) o si estamos atentos, evitar que llegue a suceder.
Para quienes no practiquen acupuntura, puede ser muy útil tener presente que cuando sospechen que alguien está siendo víctima de un ACV, pueden echar mano de una aguja de coser, una jeringa o un alfiler. Si no tienen nada a mano, hasta la uña de un dedo puede servir. Si pueden, calienten la punta de la aguja al fuego para esterilizarla, (no se quemen) si no pueden, como venga. Siempre va a ser mejor que nada. Mientras que otro llama al servicio de emergencias. “Pinchen” los dedos de cada mano, cerca de las uñas. Produzcan un sangrado de una gota. Si no sale nada, presionen. Luego de un rato, tiren de los lóbulos de las orejas, previa estimulación manual, hasta que esté colorado.”Pinchen” también. Eviten mover a la persona, incluso para el traslado. Considérenlo como maniobras de primeros auxilios no convencionales en caso de estar lejos de cualquier centro asistencial. Cuando sucede el derrame, las venas capilares en el cerebro van gradualmente rompiéndose. Si mueven a la persona las venas capilares se van a romper. Continúen estimulando hasta que vaya recuperando su color, el habla y si la boca está torcida, hasta que comience a volver a su lugar, de ser posible. Recién ahí muévanlo. A no ser que ya haya llegado la asistencia médica. Van a ayudar a que la recuperación de esa persona sea mejor y con menores consecuencias.
Recuerden conservar la calma. No gritar y ponerse en manos del Cielo para que los guíe con Amor.
Un abrazo a todos. Liliana M. Pérez Villar.