Una aguja puede salvar la vida de alguien con un principio de ACV. (Accidente Cerebro Vascular)

Salíamos de la casa de Carmen en el DF, la adorable Carmen, amiga de Jorge, rumbo a Tlacotalpan (la perla del Papaloapan, jajaja) a su “casita junto al río”, según sus propias palabras.
Estábamos muy entusiasmados, con ánimo de hormiguitas viajeras. Nos ilusionaba mucho cruzar las Sierras Morenas en el horario en que las nubes casi cubren la vista y te adentran en un mundo de fantasía en medio de la nada. Habíamos preparado el CD con “Niebla en el

En medio de la euforia y el smog del Distrito Federal, algo en Jorge llamó mi atención preocupantemente. El color de su cara, su tono muscular, la velocidad de sus movimientos, de sus palabras, una irritación (mayor que la habitual), enojo, su conducta en general y otras tantas cosas más. Como siempre llevo un juego de agujas conmigo, y considerando que estaba por sentarse al volante, le pregunté si me permitía que lo punturara, ya que lo notaba muy “ansioso”. Aceptó.
Afortunadamente, no iniciamos el viaje hasta retirar la aguja. Hubiéramos tenido que regresar inmediatamente, ya que al hacerlo, el tapizado nuevo, las camisas casualmente blancas de los tres, y todo lo que había a mano, quedó salpicado por un chorro a presión que salió de su oreja y todo lo tiñó de rojo. Luego de esto, y pasado el susto, se fue relajando y hasta se acostó en el asiento de atrás.
El mail de Nena hacía referencia a este procedimiento de sangrado. Lo que nuestras abuelas llamaban “sangrías”.
No podemos saber qué hubiera pasado con Jorge en ese momento. Pero sí podemos asegurar que una aguja puede llegar a salvar la vida de alguien con un comienzo de ACV (Accidente Cerebro Vascular) o si estamos atentos, evitar que llegue a suceder.
Para quienes no practiquen acupuntura, puede ser muy útil tener presente que cuando sospechen que alguien está siendo víctima de un ACV, pueden echar mano de una aguja de coser, una jeringa o un alfiler. Si no tienen nada a mano, hasta la uña de un dedo puede servir. Si pueden, calienten la punta de la aguja al fuego para esterilizarla, (no se quemen) si no pueden, com

Recuerden conservar la calma. No gritar y ponerse en manos del Cielo para que los guíe con Amor.
Un abrazo a todos. Liliana M. Pérez Villar.