viernes, 9 de diciembre de 2011

Acercándonos a una Noche de Paz...Noche de AMOR.



¡Qué bueno sería no necesitar de la llegada de la Noche Buena para pasar una buena noche! Una noche de amor, una noche de paz, como cuenta el villancico. Una noche para entregarse a los otros, a otro, mágicamente. Donde el acento no esté puesto en la hambruna desmedida que tape nuestras más profundas tristezas y ansiedades, sino en la caricia del alma. Esa caricia que nos quita el apetito, porque nos deja tan, pero tan llenos de amor que nos hace olvidar hasta de la pobre pavita rellena o el Vittel Thoné mas delicioso
Parece que nadie tiene la menor idea de para qué se “amucha”. Como si necesitaran sumar gente para no estar solos.
–“¿Te acordás de esa tía que vivía por Caballito, cómo se llamaba? ¡Llamala e invitala! Que traiga ensalada de frutas.”.
-“¡Pero hace como treinta años que no la llamamos!”
–“Bueno, nunca es tarde cuando la intensión es buena”… ¿? O…
-Dejó un mensaje Tito, dice que viene con toda la familia de la novia, que prepares verdura porque son vegetarianos.
–“¡Pero si vamos a hacer un asado!” “¿Quién es Tito?”
- “¡Tito!” “¿Te acordás que antes venía siempre con la cuñada de tu primo?”
- “Pero… ¿Vos lo invitaste?”
-“¿Quién yo?” “Noooo, si no sé ni donde vive”. “Además yo, a las 12 y un minuto me fui”.”Brindamos y salgo corriendo, me tengo que encontrar con Silvia, o con Pepe o con…”
Quedarse para cumplir, esperando la hora para poder salir corriendo a estar con quien realmente queremos estar, ahí es donde va a estar la Noche Buena. O peor, tener que quedarse lamentando no poder correr hacia otro lugar. E incluir dentro de esa posibilidad, la del estar solo o sola. ¡Hay tantas cosas para hacer además de tomar hasta perder el juicio, (en caso de tenerlo antes de beber), comer hasta el hartazgo, encender pirotecnia con el concebido riesgo, echar tiros al aire, (sí, aunque no lo crean, hay gente que aún hoy lo hace), o salir con el auto a chocar o atropellar gente, porque en ese estado!…
Porque no estoy refiriéndome a abrir las puertas de la casa para que no le falte un plato de comida a ningún niño en el planeta, a ningún hombre, ninguna mujer, ningún ser de la escala viviente. Me refiero a llenar la casa de gente, por llenarla nomas. Gente con quien no deseamos estar y sólo son un número. Comida de más, que no necesitamos y bebida que nos desconecta y sólo nos hace olvidar. Estar sin estar, estando.
-“¡Qué buena estaba la pavita al horno y esa ensaladita tan rica!” “¡Qué rico ese postrecito con la copa de champagne helado!”
A mi me encanta sentarme a una deliciosa y cuidada mesa. Pero, pavita, asado, cuadril, pollo, pescado, peceto mechado, peceto al horno, peceto con dulce de leche…
Rescatemos una forma más íntima, más espiritual, más auténtica. No hace falta esconderse entre la multitud hasta que pase el mal rato y lleguen las 12 y un minuto. Hay que buscarle otra vuelta. Aflojarle a la apariencia, a la falsedad.
Todos los años se escuchan quejas en relación a estas Fiestas. Como si lo mejor fuese aparecer en "alkjdfnLand" el 23 de Diciembre y reaparecer el 2 de Enero. Lo relacional irrumpe de tal manera, que es imposible hacerse el Occiso. Todo lo pendiente, esas espantosas culpas, los miedos que en lugar de trabajarlos se evitan, haciendo que se hagan más implacables año tras año, los duelos, las separaciones, las exclusiones...Y todo esto, tan sólo porque nadie se pone a pensar QUÉ SE ESTÁ CELEBRANDO.
¿Se preguntó alguna vez si es creyente? Y si lo es, ¿En qué cree? ¿Qué celebra cada quien en estas fechas? ¡Esto no es Carnaval!


La Noche buena es un tiempo de introspección, que sin duda bien merece una celebración, como en todo nacimiento. Pero este nacimiento es especialmente sagrado.
Es una invitación a un renacer en cada uno de nosotros. Renacer de lo mejor de cada uno. Proponerse cambiar, abandonar conductas que nos dañan o dañan a los demás, reconciliarnos con nosotros mismos, con el amigo o pariente con quien podamos intentar una vez mas y con el Espíritu de la trascendencia.
La Navidad no es una época del año. Tampoco es fin de año, eso…es otra cosa.
Rescaten la misericordia, la gratitud, el reconocimiento, la austeridad, la generosidad y la paz para ustedes y para todo ser que habita el cosmos. Ser misericordioso es una manera de alcanzar el auténtico sentido de la Navidad. Y quien no se sienta identificado con el sentimiento festivo por sus Creencias o por falta de ellas, con no festejar alcanza. Forma parte de la honestidad, en lugar de burlarse de quienes sí creen. Es una cuestión de COHERENCIA. No hay obligación de creer en nada, pero hay obligación de respetar las Creencias de todos y cada uno, incluso de quienes no creen.
Siéntanse con derecho de no dejar que sus niños “jueguen con pirotecnia”. No esperen a tener un accidente. Anímense a ser padres. Y si lo hacen, estén allí para asegurarse de cada detalle.Por favor, cuiden a sus mascotas. Ellos no entienden lo que los “humanos” hacen con esas explosiones y olor a pólvora. Sean concientes del terror que les causan y asegúrense que no salgan corriendo porque los exponen a un accidente, a ser víctimas de malos tratos o a que sin querer, sólo por defenderse, ataquen a alguien. Ellos también son seres del Reino de Dios. Y El nos ha hecho responsables por su bienestar.
Les deseo una Noche Buena muy buena, creativa y llena de amor. Que la mano de la Creación les acaricie el alma y el corazón. Amen y déjense amar.


Con el alma y desde el corazón.
Liliana M. Pérez Villar
lilianamperezv@gmail.com
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