domingo, 12 de enero de 2014

CUANDO LA ADICCIÓN ES AMOR.

Cuando abordamos el tema de las adicciones, solemos buscar interpretaciones que tienen que ver con la incapacidad para comunicarnos sinceramente, abiertamente. La dificultad para expresarnos libremente. A-DICCIÓN. Sin hablar, sin decir. Sin comunicar. Hablamos de esos estados de angustia, de esos agujeros existenciales, de las carencias, de tapar con una sustancia, conducta o personas, esos pozos ciegos emocionales, afectivos. Hablamos de esa exagerada necesidad de destacar, sobresalir. La exigencia interna que nos lleva a ser más papistas que el mismísimo Papa, cuando es imposible ser Doctor en todo en la vida. De no poder callar, silenciarnos, ubicarnos, respetar y considerar. Hablamos de la violencia que genera el día después. El no poder medir las reacciones agresivas, manifiestas o latentes. En el mejor de los casos, el remordimiento por la mañana, al enterarnos de nuestra conducta de la noche anterior. El consumo posterior para evitar que la conciencia lo reconozca. El Dr. Jekill and Mr. Hyde personal.
El poder defensivo de la adicción, que es algo así como saltar de la sartén al fuego para no quemarse. El cómo usamos la adicción para supuestamente, no sentir, no sufrir, sin reparar en que también se suprime el placer, el gozo. Hablamos del daño que causa en el entorno familiar, laboral, social. Hablamos del racismo con nuestro propio cuerpo, de no aceptar nuestro esquema corporal, nuestra edad, nuestras cicatrices de vida. De ir entrando en esos cuadros anoréxicos y/o bulímicos que son un suicidio lento, silencioso, propio y de nuestros seres queridos a los que vamos suicidando también, ya que sufren hasta los huesos por la impotencia que genera el ver deteriorarse a quien se ama y no saber cómo ayudar.
Hablamos de cómo se sufre por verse con sobrepeso, buscando tratamientos adelgazantes, pastillas, gimnasios, dietas, ayunos, pensando que cuando lleguemos al peso deseado… “Ah…entonces si voy a ser feliz, voy a estar bien”.
Hablamos del jugador compulsivo que se muestra como quien desea “ganar”, cuando en realidad, sólo juega para “perder”. “Ah…cuando gane se van a solucionar todos nuestros problemas”.
"Ya van a ver cuando me enderece", decía el jorobado.
El alcohol, las anfetaminas, los medicamentos, el consumo indiscriminado de drogas, la gimnasia obsesiva, agresiva que daña al cuerpo, la dietología adelgazante, las relaciones adictivas que nos dañan, esos amores que matan, la adicción al sufrimiento, al dolor, a la queja, la vida mortificante para nosotros mismos y el mortificar a los demás, la ofensa fácil y la revancha posterior, etc...
Deberíamos hablar de “CONDUCTAS ADICTIVAS” Y NO DE “ADICCIÓN A DETERMINADA SUSTANCIA”
Pero hoy, me gustaría hacer hincapié en lo que me motivó a escribir sobre este tema.
¿Qué es lo que fundamentalmente evitamos con una adicción?
EVITAMOS LA INTIMIDAD.
Habrán oído hablar a mujeres , hombres, que han engordado súbitamente, con vidas sanas, buena alimentación, movimiento, activos. Suele tratarse de personas que han sufrido mucho en sus vidas afectivas. Que utilizan, con conciencia y/o sin ella, el sobre peso para alejar la posibilidad de contacto. Que cuando se les menciona el tema afectivo, rechazan de lleno la posibilidad de relacionarse, o enamorarse, o abrirse a una nueva relación. Abrirse puede resultar maravilloso, pero lo que se evita al resistirse al acercamiento, es el riesgo de volver a ser herido como aquella vez, o aquella otra, o la otra. Cuando era niña/o, en mi casa, o la escuela, o el barrio, el primer amante, el último, el del medio, un marido/a, aquella amiga o aquel grupo, en fin, la causa del daño.
La Menopausia cuando se vive como un estado de deterioro y no como un momento en que la mujer se convierte prácticamente en sacerdotisa sensual y telepática.
El objeto adictivo, permite mantener una pared entre el mundo interno y el mundo externo. Nos permite creer que podemos “controlar la distancia afectiva”, que “manejamos todo”. Pero no. Todo lo contrario. Nos convertimos en seres controlados por la adicción. Marionetas en un teatro de títeres.
Cuando nos relacionamos desde donde queremos ser pero no somos, generamos relaciones irreales. Y el esfuerzo de sostener aquello que no somos, nos lleva toda la energía, nos desgasta y nos deja más lastimados y frustrados que antes.
Conocer nuestros miedos, animarnos a enterarnos de lo que nos pasa, aflojarle a la violencia, conectarnos con una fuente de AMOR universal, que nos saque de la auto referencia, del ombliguismo, estar en la posición que cada uno de nosotros debe ocupar en su cotidianeidad, nos va a ser de mucha ayuda.
Tenemos una enorme cantidad de recursos como para contemplar y tomarnos nuestro tiempo antes de zambullirnos en relaciones hirientes, en lugar de decretar cerrarnos y convertirnos en el monstruo de nuestra propia creación.
Bajemos las barreras para que pase el farolero, la farolera. Las Barreras Internas, las Barreras Externas. En algún lugar, habrá alguien que nos pueda amar genuinamente como somos. Si lo quieren en interrogativo
¿Habrá alguien que nos pueda amar genuinamente, como somos?
Así, con nuestros agujeros afectivos, nuestras curvas y contra curvas, nuestras virtudes y defectos, nuestros años, nuestros miedos, nuestra panza y sobre todo, nuestros “rollos”. Nuestras gorduras y "flaquezas". Partamos de la base de que si no fuéramos dignos de ese AMOR, ya nos habrían hecho marchar hacia otros espacios. Nos habrían cortado los hilos que nos mantienen en este plano de presencia.
Las clases de M.O.V.E.R.S.E. son como un laboratorio donde se repiten todos los ingredientes de la torta del mundo donde vivimos. Sólo que se trata de una porción. Trabajar lo relacional, en un ambiente de confianza, afecto, contención, con un encuadre amoroso, puede significar ir ablandando nuestras corazas, nuestras defensas y cambiar un corazón duro, rígido, defensivo, por un pecho cálido, confiable, cariñoso donde relacionarnos y hasta cobijar a nuestros seres queridos. Dénse una oportunidad. Ábranse una puerta que los lleve hacia el contacto, el amor, los afectos. Trabajar lo relacional puede significar la diferencia entre estar sano o enfermar. Déjense amar y Ámen.Las penas de amor, no se curan con adicciones. No se curan “evitando la intimidad”. Sólo se curan con AMOR.
Desde el alma y con el corazón. Liliana M. Pérez Villar. FB: ANAMCARA CENTROS DE ENERGÌA