domingo, 12 de abril de 2015

DANZAR LA VIDA

M.O.V.E.R.S.E motivados por una música que inspira y provoca, música que obra como transporte hacia lugares y tiempos, música exquisitamente elegida para movilizar la idea del trabajo de cada encuentro, (digo idea porque no trabajamos con objetivos a cumplir, sino con intenciones a transitar), no significa “bailar”. Algunas personas que llegan a las clases por primera vez, vienen con esa sensación de que “no van a poder hacer nada, porque no saben bailar”. “Yo siempre fui un tronco”, “A mi me dicen el pata dura”, “¿Son difíciles los pasos?”, etc. Me parece muy oportuno aclarar este punto, porque lo que menos buscamos al movernos es DESTREZA y muchísimo menos, COREOGRAFÍAS. Sólo buscamos motivaciones, disparadores, como vehículos facilitadores de la intensión del trabajo que abordamos esa semana (dedicamos una semana al Centro que toque). Cada Centro tiene sus características propias, determinados grupos musculares, una porción de la columna, sus puntos de apoyo, un determinado tipo de música que facilita el desarrollo de estos aspectos, sus particularidades psicológicas, relacionales, glándulas, plexos, virtudes y falencias, etc. Dependerá de la sutileza, los conocimientos del instructor/a a cargo de la clase, su sensibilidad, su compromiso y trabajo personal de vida que haya realizado, su evolución espiritual y muchos, muchos factores más, a veces ajenos a su voluntad, los que van a determinar el clima y capacidad de elaboración de cada grupo y cada encuentro. Por eso sucede que siempre hay alguien que queda con la sensación de haber “bailado” todo la clase. Al margen del “buen baile interno”, a mayor don del instructor/a, conocimiento y experiencia, menor sensación de “esfuerzo” del grupo. El instructor/a no está para lucirse al dar clase, sino para motivar, estimular y disparar lo mencionado antes. Entonces, algún alumno primerizo, no comprende cómo puede ser, que solamente por haber “bailado” una hora y media, haya resuelto situaciones que en años de terapia no ha podido resolver. Aunque no me gusta la palabra terapia, al ser nuestro trabajo tan correctivo en todos los aspectos del ser, es considerado como una Terapia Corporal. Aclaro: Corporal de todos los cuerpos, ya que se suele entender por cuerpo, solamente al plano de lo físico. También la manera en que circula nuestra energía y su equilibrio/desequilibrio está comprendida en el Cuerpo Energético; las emociones tienen su propio cuerpo, un palacio, el Cuerpo Emocional; la manera de relacionarnos y cómo vivimos nuestros afectos corresponden al Cuerpo Afectivo o Relacional; los mandatos culturales, lo aprendido, lo impuesto desde afuera, las habilidades manuales, las técnicas, los “aguantes”, etc. al Cuerpo Intelectual; la contemplación, la observación, el ordenar los Centros inferiores, al Cuerpo Mental y, finalmente, la antenita con el más allá o más acá, la conexión con el misterio, al Cuerpo Espiritual. Como verán, no estamos bailando. Estamos DANZANDO. DANZANDO con y entre nosotros, con la Creación, como lo hacían nuestros antepasados para comunicarse y relacionarse con las tres Energías, del HOMBRE entre el CIELO y la TIERRA. M.O.V.E.R.S.E. era para ellos la diferencia entre salud y enfermedad, entre el júbilo y el hastío, era una forma de expresar su creatividad, de conectarse con sus sentimientos más genuinos, su lenguaje y camino de comunicación y expresión. Como lo es HOY. Y es importante asumir que para esto, no hay edad, no es cosa de mujeres conectarse con el sentir. Es mas, los varones deberían plantearse el poder desarrollar sus aspectos más sutiles, para evolucionar hacia otro nivel de conciencia y de la especie humana. Las mujeres apreciamos enormemente esas cualidades desarrolladas en ustedes, porque suelen ser excepciones, tal vez por todos los mandatos machistas con los que han tenido que aprender a crecer. Anímense, lejos de parecernos débiles, van a crecer enormemente como hombres. Libérense de esas ataduras culturales que los han sometido por siglos a ser fuertes y a que “los hombres no lloran ni muestran lo que sienten, no mueven las caderas, etc.” Lo que pasa es que la cultura ha desarrollado las técnicas y se han “tecnificado” los caminos de expresión del SER a tal punto, que se va perdiendo la sensibilidad de lo llano. La técnica puede ser maravillosa, de hecho, para que una clase sea muy espontánea, quien la guía, debe conocer la técnica a la perfección. Cuanto más sepa, mas va a poder improvisar y menos se va a notar que sabe. Para eso nos encontramos cada vez, aunque parezca que estamos bailando. En definitiva, para corregir a través de la expresión y re-conectar a este SER DE HUMANIDAD que deambula sonámbulo entre temores, violencias y depresiones, con sus aspectos divinos adormecidos y olvidados. Una pavada, no?
Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pérez Villar. lilianamperezv@gmail.com Facebook: ANAMCARA CENTROS DE ENERGÌA