lunes, 2 de febrero de 2009

¿Qué querés ser cuando seas grande?



¿Qué querés ser cuando seas grande?
Grande, no gordo.
Grande, no viejo.
Grande, no cabrón.
¿Y por qué esperar a ser grande?
¿Por qué no empezar ya? Hoy, ahora mismo.
Tómese un minuto y deje sus anhelos volar. Sueñe.
¿Qué quiere ser?
Puede que la idea surja inmediatamente y que hasta se sorprenda por su respuesta.
Puede que dude o puede que ya esté tan desconectado de sus ganas, que ni sepa por dónde queda eso.
-“¿Quién yo?” “No entiendo… ¿Cómo que quiero ser?”
¿Qué tan disociado está su ideal de su vida cotidiana?
¿Cuántas cosas dejó de hacer porque no respondían a lo que se esperaba de usted o a lo que creyó que se esperaba de usted?
¿Cuántas cosas, situaciones, personas, relaciones dejó en el camino, porque consideró que no “le convenían” o que no encajaban en los estereotipos culturales aprendidos desde su mas tierna o dura infancia?
¿Cuántas veces apagó su corazón en plena pasión enamorada, sacando cuentas, monopolizando, traficando sentimientos, convencido de que el tiempo no le iba a pasar factura por haberse traicionado?
¿Qué cree que sucede con ese corazoncito sofocado y ardido de tanta pasión ignorada, comercializada, especulada?
Luego se pregunta qué le pasa, que no es capaz de sentir. Siente una especie de añoranza en perspectiva. Nostalgia de volver a recuperar el brío, la turgencia, la frescura y entrega de aquella vez, cuando renunció al destino con sus sumas y restas. Y ya lejos de la espontaneidad, desconectado del aliento enérgico vital, comienza a naturalizar sus conformidades y claudica, renuncia a dar curso a lo genuino. Comercia. La conclusión es simple:
“EL AMOR NO EXISTE”
¿El amor no existe? ¿Y si fuera que tu referencia de amor como tal no es? ¿Qué hiciste, qué hizo usted con el amor cuando tocó a su puerta? ¿Y cuando volvió a tocar? ¿Se rindió a sus pies y se entregó desinteresadamente? ¿Saltó al vacío ardiente de pasiones y ternuras para encontrarse con aquel Gran Amor vertical? ¿Confió o anduvo de sospecha en sospecha esperando que le hicieran lo que usted siempre hace? ¿Usted cree que tomarle cariño a alguien y compaginarse bien con los años de convivencia es amor? Bueno, lo estoy escuchando. Si confió, se entregó, saltó y quedó como un gallo desplumado, considere que al menos creyó y tiene que volver a creer. Si anestesia o piensa que anestesia el dolor no volviendo a amar o a confiar, va a anestesiar también la capacidad de gozar. De todas formas, no se preocupe, el amor no está en manos de lo humano, por mas que se resista…cuando se lo ponen de frente, lo va a perseguir de por vida, aunque se haga el desentendido siempre.
Si nos damos el permiso para vivir lo que nos hace vibrar realmente y no nos “conformamos” y “sometemos” a los condicionamientos culturales, a la interpretación de nuestros actos, a la crítica, a la comparación, si aflojamos nuestro egocentrismo y nuestra necesidad de mostrar una imagen socialmente aceptable como para ser reconocidos y queridos, vamos a tener la opción de vivir libre y plenamente. Así seremos hombres, mujeres, capaces de servir a la humanidad, liberados de TANTAS NECESIDADES, TANTO RENCOR, TANTO DESEO DE VENGANZA Y TANTA FRUSTRACIÓN. Ese es el terrorismo de estado. Del estado de nuestra mente, de nuestros sentires, de nuestra esencia. Por eso si hacemos el amor, en todo sentido, no hacemos la guerra. Ni más…ni menos. Hacer el amor con la palabra, con el gesto, con la disponibilidad, con la solidaridad, con los hechos, con el PENSAMIENTO, hacer el amor apasionado, no el amor tibio, el del cumplir con las tareas asignadas sexualmente. Hacerle el amor a la vida. Cuando el amor se practica en horizontal, debe siempre incluir lo vertical, aunque sólo sea un encuentro esporádico.
Por eso, cuando me preguntan qué deseo para los hijos cuando sean grandes, sin negar la realidad universal, mi respuesta es siempre la misma: “Que sean felices." "Que encuentren lo mas temprano posible, aquello que los haga palpitar y lo escuchen y le hagan espacio y se atrevan a vivirlo” “Que sean felices” Y para mi… ¿Qué quiero ser cuando sea grande?... ¡Feliz! ¡Feliz con la realidad que me sea dada en vivir! Feliz, porque eso va a permitirme hacer que la vida de quienes se crucen en mi camino, también sea un poquito más feliz! Feliz para no ir de queja por la vida, haciendo como que si pero…no. Feliz porque la bolsa humanidad se va a ver contagiada en una millonésima parte por mi felicidad y hasta puede que lleve una sonrisa a un bebé hambriento y sufriente del otro lado del planeta o a la vuelta de la casa. Y feliz, para que los que creen que la única forma de limpiar el alma es sufriendo, se planteen otra posibilidad. Feliz para ser agradecida y no negar el amor. Para no ser injusta, cruel, para no ningunear, ni resentir. Para no juzgar, ni lastimar por egolatría. Feliz, para ser feliz.
Los espero para trabajarlo juntos a través del movimniento.
Y usted… ¿Qué quiere ser cuando sea grande?
Los abrazo con el alma y el corazón. Liliana M. Pérez Villar