sábado, 6 de octubre de 2012

LA RESISTENCIA

Dice Freud: “Los enfermos cuya curación emprendemos, intentando liberarlos de sus síntomas, oponen siempre a nuestra labor terapéutica y a través de toda la duración del tratamiento, una enérgica y tenaz resistencia” Y sucede que el paciente no registra esa resistencia como tal. Si pudiera hacerlo, ya estaría dando un salto importante en su proceso. Al reconocerlo, comenzaría su camino de SANACIÓN. Y si uno se pregunta. “¿Por qué se enfermó esta persona?” podría responderse que la falsa creencia de obtener un “beneficio secundario” o “logros escondidos” a través de ese tiempo de enfermedad, es lo que le impide restablecer su estado de salud. Tal vez lograr que el entorno sea más benevolente en determinada situación que lo sobrepasa, o tal vez necesite llamar la atención, o simplemente poder quejarse desde un lugar que lo coloca en situación de víctima. La realidad es que lo habita una circunstancia que no sabe, no puede o no quiere resolver. Su enfermedad es una ADAPTACIÓN para poder seguir desde un lugar que lo sobrepasa.Y no tiene respuestas desde la salud. Todos conocemos ejemplos de seres que ante una noticia que les devuelve un sentido a su vida, resucitan de las cenizas sorpresivamente, cuando todo se daba por hecho. Y por el contrario, frente a una gran mejoría, una vuelta de rosca, pone en jaque al mejor de los jugadores. Hay un cuento muy conocido en la India, que relata la historia de un hombre mordido por una cobra. La cosa era que él no la había visto. De pronto, pasa una rata corriendo cerca de él y piensa: “He sido mordido por una rata”. El potente veneno de la serpiente, debería haberle paralizado su sistema respiratorio inmediatamente, pero…no muere. Al poco tiempo es mordido por una rata. A un lado, ve pasar una piton y razona: “Dios mío, me ha mordido una serpiente!” y adivinen qué? Muere. Ese es el lugar que pueden llegar a ocupar las creencias. Los hechos en sí mismos no son los que producen la resistencia, o para ponernos modernos, el archi explotado stress. Es la manera en que los interpretamos lo que genera una distorsión de lo que sucede. Como diría el abuelo Victor: “Todo depende del color del cristal con que se mire”. Depende de la mirada, de los anteojos que se utilicen. Siempre es más sencillo, colocar la responsabilidad afuera. “Si no me hubiera hecho o dicho tal o cual cosa…si mi familia hubiera sido… si mi marido…el jefe…si me dejaran dormir…si hubiera nacido en Europa…si fuera más lindo, flaca, alto, rubia…si tuviera más plata…si me hubieran querido de chico…si…” Como si contestar que se está bien, fuese un pecado mortal. ¡Hay que quejarse! Hay que estar enojado, obsesivo, hay que buscar el defecto, la sospecha, la pista, andar por la vida tensionado, duro como rulo de estatua. Entonces, uno pasa a ser una persona seria. Y si hace macanas, si le causa dolor a alguien, si destroza en un minuto lo que ha llevado años de confianza o juega con sus lazos de amor, es imprescindible hacerse el “yo no fui” y responsabilizar a otro. Tarde o temprano, la vida estará colocando en tu puerta una situación similar, para ver si ya aprendiste esa lección y más te vale que sí, porque te seguirá esperando a la vuelta de la esquina, tantas veces como sea necesario. La resistencia tiene muchas caras. Algunos abandonan sus tratamientos inmediatamente luego de detectar una mejoría, sí, leyeron bien, no cuando empeoran sino cuando mejoran. Otros no se van, pero cuando el vínculo con el terapeuta se estrecha y comienzan a notar cambios, necesitan una interferencia que ponga distancia, que haga ruido, volver de alguna manera a un lugar conocido, generalmente más intelectual, que les permita sentirse en “control”, y eso suele implicar un retroceso importante en su camino de evolución, o al menos, un tiempo de estancamiento. Otros pacientes pueden llegar a tirar bombas de destrucción masivas para arrasar con cualquier vestigio de posibilidad de cura, donde se aplica el viejo refrán: “Antes de cambiar, prefiero morirme” ( a veces lo logran) o matarte, en sentido figurativo. Te mato adentro mío. Es que la mente se las ingenia para convencerlos que son tan buenos, que aguantan cualquier cosa por amor, cuando en realidad, subrepticiamente, hay una especulación que busca un beneficio oculto. Y ni que hablar cuando hay una adicción de por medio. La repetición del ciclo eterno- Socorro- si no paro me muero- mejoro-abandono la adicción- me emociono- me conecto con lo que nací para hacer- SIENTO- me asusto- busco excusas para alejarme-retomo un poco, total…al lado de lo que era antes, esto no es nada- abandono, pero esta vez el tratamiento- me justifico… Aparece el fantasma de la DEPENDENCIA hacia ese tratamiento, para evitar aceptar que la dependencia es la adicción, que "dejo cuando quiero”. Vivimos en una realidad donde CONFIAR en una persona y ENTREGARSE puede significar un riesgo de vida o muerte. Probablemente debido a la sucesión de experiencias decepcionantes repetidas. Puede ser más seguro confiar en una adicción destructiva, a la que se le adjudican dones inexistentes, que en un ser humano, un agente de la salud con quien se ha llegado a entablar un vínculo profundo, confiable, excepcional y amoroso. Habrá que tomar la decisión entonces, de querer vivir en salud. ¿Cómo se hace esto? Retornando al equilibrio perdido. Cada quien elegirá ese camino a seguir. Nuestro enfoque está dirigido a los recursos naturales de sanación, medicinas naturales suaves, que suelen tener que corregir excesos de la medicina moderna, a la que no excluye, siempre y cuando se la dosifique y utilice cuando sea estrictamente necesario. Apoyarnos en una relación estrecha, directa y manual, de corazón a corazón con ese ser humano atravesando un tiempo de enfermedad. Una relación con su cuerpo, un contacto físico y energético a través de distintas disciplinas que se elegirán para cada caso en particular y no en forma generalizada. Escuchar, tocar, oler, ver, contemplar, acompañar…con un masaje, con acupuntura, con una alineación de su columna, con la distinción frío-calor, valiéndonos de la moxibustión, con maniobras de kiropraxia, hierbas, meditación, respiración. Rescatar a ese ser de su turismo hospitalario escindido en especialidades que lo terminan convirtiendo en conejito de Indias de prácticas científicas y encuentros de 15 minutos, donde nadie sabe qué le pasa ni quién es. Ese ser que vive simplemente situado entre el Cielo y la Tierra, nada más, ni nada menos. Esa mediación sobre su cuerpo y espíritu tiene un tiempo. Ese tiempo tiene un ritmo. Hay que respetarlo. El secreto es el EQUILIBRIO. Retornar al equilibrio. Moverse.
Los espero para trabajarlo juntos, en un clima de contención, confianza y muuuuuuuucho AMOR. Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pérez Villar lilianamperezv@gmail.com FaceBook: (2) ANAMCARA CENTROS DE ENERGÍA ANAMCARA ESCUELA DE CENTROS DE ENERGÍA