martes, 8 de mayo de 2018

DOLOR CON AMOR SE SANA

Decidirse a trascender un mal-estar en cualquier cuerpo y asumir que el trabajo que hacemos en las clases es altamente sanador, puede significar una experiencia muy enriquecedora, tanto en lo personal como grupalmente. Cuando el enfoque es de tipo energético, tanto en la camilla, a través de acupuntura, masaje, moxibustiòn, quiropraxia, digitopuntura o imposición de manos a partir de los resonadores de la Medicina Tradicional China, así como desde la palabra terapéutica con una visión diferente o el Movimiento Energético Expresivo Rítmico Sensible ( M.O.V.E.R.S.E.), Qi Gong (chikung), Meditación, Oración, Respiración, Relajación , Alimentación, Seminarios…en fin, todas las actividades que bajo un mismo referente se practican, transmiten e investigan en nuestra escuela ANAMCARA, SIEMPRE TE VAS A IR MEJOR QUE CUANDO LLEGASTE. Es increíble presenciar la transformación del dolor al alivio. A veces, se limita principalmente al plano de lo físico. Pacientes o alumnos que son “traídos” por amigos, familiares, porque están atravesados por dolores que no les permiten trasladarse por su cuenta. Y otras veces, los padecimientos son mas invisibles para los ojos que no saben ver mas allá de lo obvio, pero muy evidentes para los seres sensibles que suman a sus conocimientos intelectuales, sensibilidad y pasión por su HACER. Son sufrimientos de planos más sutiles, con o sin manifestación física, pero que piden a gritos atención inmediata. No importa cuántos análisis, estudios, diagnósticos donde “todo está bien” (o no) respalden esos malestares. “Todo sale bien, pero yo me siento mal”. En algunos casos hasta cuesta definir qué se siente, sólo se identifica malestar, pero en otros casos, pueden ser muy puntuales. Y las dolencias No cesan. No mejoran. No ceden. Empeoran. Permanecen. Se eternizan. Por lo tanto, como “me siento mal”, no voy a la clase, no voy a la sesión, cuando en realidad, esa es nuestra forma de mejorar, de armonizar nuestras energías. Justamente, ese es nuestro trabajo. Enfermamos por un exceso, deficiencia o estancamiento de energía y/o sangre. Tenemos que ir a sedar lo que se presenta en exceso, tonificar lo que está en deficiencia y movilizar y encausar lo estancado. Buscar una interrelación armónica entre todos los Cuerpos y Centros, así como desde los cinco reinos mutantes. Y eso no se arregla apoltronándonos, con quejas o en dos o tres sesiones, sino manteniendo el RITMO terapéutico. Quien está acostumbrado al turismo hospitalario, a resolver sus dificultades con pastillas sobre todo de tipo psiquiátrico, les cuesta comprender que hay otras formas de recuperar la salud, pero que implica un compromiso de su parte para que todo funcione. Es lógico que ante años de consumir pastillas para dormir, para levantarse, para calmarse, etc… no alcance con unas pocas sesiones y por lo tanto, es una buena excusa para sostener eternos tratamientos psiquiátricos con sus inexorables consecuencias. Así, aunque cueste creerlo, se termina concluyendo que “esto no sirve para nada”, “yo probé y no me ayudó”. Apenas se profundice un poco, se hacen evidentes las resistencias. Doy fe de gente que no recuerda literalmente o peor aún, niega haberse recuperado de tal o cual cosa a través del tratamiento, no linkean con la recuperación porque no lo entienden, porque responden a la educación que recibieron y descalifican otras formas. No recuerdan haber salvado cuadros mas graves, desde operaciones que no se realizaron hasta diagnósticos proféticos que, gracias a Dios, nunca se cumplieron. Alguna vez, escuché de una paciente que mejoró notablemente que su mejoría se debía a una cataplasma de lino que se había hecho la noche anterior. Nada en contra de las cataplasmas quiero aclarar, pero coincidentemente con la cataplasma, había recibido su tratamiento acupuntural, su sesión terapéutica y sus clases religiosamente. Ahora bien, están los cabezas duras de siempre, que comparten conmigo su cabezadurismo crónico, que sabemos cómo rescatarnos a través de curas no convencionales. Contrariamente a lo que se puede presumir, son los países con mayor educación los que valoran y respetan más estos recursos, a pesar de no ser lo imperante en cuanto a medicinas gubernamentales. El tema es animarse a elegir. Cuando nacemos, nos eligen cómo “cuidar” nuestra salud, aquellos responsables de nuestra crianza y educación, a nivel familiar y cultural. Si todos se atienden así, eso tiene que ser lo bueno. Elegir otro tipo de medicina, puede implicar ser diferente de esos grupos de pertenencia y traernos desacuerdos cercanos de todo tipo. Pero aceptar, dar por bueno, no cuestionar en manos de quién o de qué ponemos nuestra salud, también es elegir. Es elegir lo que se nos impone cultural o socialmente, sin chistar, obedientemente. Y hoy, quiero contarles cómo, atreverse a traer el dolor a una clase, por ejemplo, puede ser altamente enriquecedor para todos, en lugar de mandar un mensajito diciendo “no voy, me duele la panza o ala cabeza) en el mejor de los casos. Frente a un límite con manifestación física, vamos a tomar el caso de una lumbalgia por ejemplo, que es un dolor en la zona inferior de la columna vertebral, ocasionado por una lesión en un músculo (distensión) o en un ligamento (esguince), se puede entrar por caminos insospechados que nos conducen a lugares muy nutritivos. Todo el grupo debe encontrar conjuntamente, alternativas extraordinarias para adaptarse al obstáculo que presenta un integrante. Esa traba confronta a cada uno con sus propias limitaciones y con su capacidad creativa y adaptativa, para lograr entre todos algo nuevo, diferente e inesperado. Y ante propuestas distintas, estímulos desconocidos, se generan sensaciones inéditas con respuestas frescas, originales, que invitan a indagar, conocer/se, renovar/se y andar. Es como un viaje alternativo, otro peregrinaje, de esos que se hacen en unos pocos metros cuadrados. Los dolores no se tapan. Al contrario, se atraviesan. Y esa mano que se acerca en el momento oportuno tal vez en la zona de dolor, tal vez no, pero somos agua al fin y cualquier presión que se ejerza sobre una parte, repercutirá en el todo, puede mover un mundo interno o parte de él y producir cambios energéticos que repercutan en los demás cuerpos. Y el estado de ánimo se modifica. Y se ven las cosas desde otro ángulo. Y el afecto que surge espontánea e inexorablemente, serena, calma, sosiega, da PAZ. En el todo de nuestro ser. Todo nuestro sentir, pensar, vivir. Hasta el enojo se redime y rinde frente al cariño y la ternura. La empatìa emocional. Y así, por la maravillosa trasmutación de la materia y la no materia, esa mezcla de aguas, líquidos donde incluimos las emociones también, lo que transforma toda piedra o metal en oro, interviene la magia y el misterio que envuelven a la alquimia a través del AMOR y la CONFIANZA. Vale la pena vivirlo. Generarse un espacio donde aprender a estar bien. Con mas o menos años, cada quien con sus debilidades, esas que todos tenemos. Saber que hay un espacio confiable, con red, donde puedo caer sabiendo que voy a ser atajado. Un lugar en el que hasta las excepciones saben, pero tardan en reconocerlo. Los abrazo con el alma desde el fondo del corazón. Los espero siempre. Liliana Marcela Pérez Villar. lilianamperezv@gmail.com