sábado, 29 de junio de 2019

SHINÈ. EL CAMINO DE LA CALMA MENTAL. POSTURA MEDITATIVA

Meditar convierte la información aceptada en experiencia. Su intención es aquietar la mente y mantenerla en un solo lugar, aunque la experiencia demuestra el estado de inquietud de los practicantes. Aquietar el mono, decimos nosotros, que salta de rama en rama. Va y viene. Es la meditación en forma de estrella. Un primer paso que con el tiempo permitirá trasladar a la vida cotidiana, ese espacio entre el ser y sus vivencias, con una distancia óptima emocional protectora y la clara visión que resulta de ella. Siempre debemos tener en cuenta el estado general de la salud, del cuerpo y de todos los cuerpos, cuando nos predisponemos a la sentada meditativa. La idea no es hacer un super-loto, gran-loto o sufrir en el intento. Por el contrario, trataremos de encontrar una postura cómoda, relajada, sin tensiones innecesarias- En caso de incomodidad, malestar, dolores o adormecimientos durante la meditación, siempre será mejor modificarla, antes de generar tensiones o esfuerzos por conservarla y alejarnos del acto mismo de meditar. Postura y cambio serán suaves. No buscamos movimientos espasmódicos o bruscos, sino flexibilidad y sobre todo, actitudes dignas de meditación y un estado mental de alerta pero no tenso. Deberemos adaptarnos entonces, buscando una posición que a veces puede ser anti-álgica y otras, simplemente mas relajada. Sentarse en una silla, recostarse, estirar las piernas, colocar un almohadón (zafu) o enrollar la colchoneta debajo de glúteos o de rodillas y con el almohadón entre los isquiotibiales y gemelos son algunas opciones para tener en cuenta. La postura meditativa no es un capricho, ni está hecha para complicarnos la vida. Al cruzar las piernas (Centros inferiores) encausamos la energía hacia la parte alta del cuerpo (Centros Superiores), la ascendemos. Por ello, es importante marcar una diferencia entre adaptar el cuerpo dependiendo de una dolencia física o condición y evitar pasar por la concentración previa necesaria y el compromiso de presencia que implica meditar.
SENTADA MEDITATIVA: Apoyamos bien el coxis y los isquiones sobre la superficie de apoyo. A partir de allí, alineamos la columna, que debe estar erguida pero no rígida, apilando las vértebras una a una. Reclinamos ligeramente el mentón para no quebrar la energía cervical y mantener una condición de humildad ante la Fuerza. Este no debe apuntar hacia arriba en actitud desafiante, ni colgar hacia abajo dejándonos encorvados y metidos en lo emocional. Relajamos los músculos de la cara, el entrecejo, asegurándonos de no estar haciendo fuerza, apretando o mordiendo. Párpados y labios levemente entreabiertos. La lengua ancha y gorda ocupa toda la cavidad bucal y se apoya descansada, sobre la pared interna de los dientes superiores (incisivos). Bajamos los hombros y los llevamos suavemente hacia atrás. Apoyamos las manos sobre un almohadón o los brazos sobre las rodillas ahuecando las palmas como un cuenco receptor. Podemos incorporar MUDRAS (existen cientos que se incorporan dentro de la meditación o como práctica diaria para acompañar sanaciones. Son gestos que se hacen con las manos y trabajan directamente sobre los canales o líneas energéticas, considerados como sagrados por quienes los realizan). Interrumpimos los diálogos internos, focalizando la atención de la mente en el ritmo respiratorio. Cada meditación podrá acomodarse a una determinada respiración, de acuerdo con lo que estemos trabajando. Pero el aire siempre entra y sale por nariz (salvo indicación previa), se dirige hacia el punto medio de la cabeza, por encima y detrás del paladar y vuelve a salir por nariz. Podemos situarnos en la respiración Infra umbilical, 4 dedos por debajo del ombligo y dos hacia adentro. Relajar los músculos del abdomen. En las clases, suelo guiar distintos recorridos que acompañan el Centro que estemos trabajando. Finalizamos llevando la mano izquierda al centro del pecho, derecha arriba, para tomarnos unos instantes en silencio y agradecer. Pido a todos incluir algo por lo que nunca hayan agradecido antes cada vez. Y luego, extendemos las manos en actitud de dar, como si arrojáramos granos de arroz a la tierra y entregamos nuestra energía, para que la Providencia disponga de ella, sin nuestra manipulación humana. Las buenas intenciones no alcanzan, aunque sean meritorias. Y realmente, no sabemos si aquello que deseamos a alguien, es parte de su sino, de su camino. Por lo tanto, no interferimos dirigiendo la intención de esa entrega. Sólo nos ofrendamos. Podemos si así lo deseamos, visualizar alguna situación o persona y entregarles nuestra energía, pero sin digitar el para qué. Siempre colocando a la persona en nuestra misma posición, de frente a nosotros y un poco mas altos, a la altura de nuestra cabeza.
Intentaremos mantener ese estado y trasladarlo a nuestra existencia aunque la meditación haya finalizado. Se puede vivir en estado meditativo. Trabajar, estudiar, manejar, AMAR, vivirrrrrrrr en estado meditativo. Y créanme, realmente, hace a la diferencia. Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pérez Villar. lilianamperezv@gmail.com