domingo, 14 de noviembre de 2010

¡METELE ONDA!


Hay elecciones en la vida que pueden implicar un cierto nivel de dificultad. Es comprensible. En cambio, hay otras que de verdad, escapan a la necesidad misma de elección. Por ejemplo: si estamos haciendo la cola en La Noche de los Museos, para entrar al que elegimos sin pagar entrada, podemos enojarnos, resoplar, quejarnos, amargarnos e insultar o, ya que estamos ahí y decidimos quedarnos y esperar, hacer de esa espera algo grato. Podemos conocer a alguien muy interesante que esté esperando también, charlar sobre el clima, disfrutar del Coro que canta feliz en las escalinatas, lo que implica sacarse los auriculares del MP3 o MP4, interrumpir la conversación telefónica vía celular, dejar de enviar mensajitos o no poder jugar Sudoku, Guitar rock tour, Quadra Pop u otros. Podemos alzar la vista y contemplar el Cielo, ya que habitualmente no disponemos de ese tiempo. Porque es común quejarse por falta de tiempo para mirar las estrellas. Lo curioso es que cuando se puede, no se disfruta. Digo, si elegimos ir esa noche a un Museo, excepcionalmente, esa noche y no otra noche, si en lugar de sentir agradecimiento por la oportunidad cultural, social, artística o deportiva, nos vamos a enredar en pensamientos o sensaciones tortuosas, bueno... mejor quedarse en casa, ¿No? ¡Hay tantas cosas para disfrutar! ¡Tanto de qué enamorarse! ¿Cómo es posible que no se encuentre un motivo de alegría? ¿Qué tendrá que ver esto con la falta de agradecimiento? ¿Puede ser que se sienta tanta bronca, actual o vieja, como para que el resentimiento y la venganza sean el leit motiv de la vida? La ansiedad que no permite relajarse y disfrutar de... de... de lo que sea! Ser un disfrutador de lo que se nos ofrece. Está bien, si no te gusta que haya tanta gente, ese día no vas y en otro momento, te pagás la entrada y te vas en solitario y ya está. Pero no pasa por ahí. El tema es quejarse, encontrar la falta para enojarse, decepcionarse, defraudarse y concluir...-“¿Ves?” “Todo es una m...” “No hay caso”. “¿Estos qué se creen?” “¿Esta, este, qué se cree?” Ir por la vida con cara de oler anchoas podridas todo el tiempo, detrás del error (ajeno por supuesto). Tenemos la capacidad de transformar la adversidad o lo que no nos gusta del todo, en algo maravilloso. Cantidad de recuerdos vienen a mi mente de ejemplos vivientes. Si no te gustan los animales y el AMOR de tu vida adora a su perro, a quien conoció años antes que a vos, echale un mimo al perrito, metele onda! ¡Seguro que no vas a querer pasar por la frase célebre de “El perro... o shooo”! Huelgan las respuestas. Es tan agobiante tener que soportar las caras de “Miren qué desgracia la mía, por qué me tiene que suceder todo a mi?” “Porque en 1949, me miraste mal o no me comprendiste y no te lo voy a perdonar nunca”. Esas muecas, los ceños fruncidos, los labios inferiores apretando los superiores y la línea de la mandíbula todo junto en un gesto adusto, áspero, seco... aunque sea el pasajero que comparte el asiento en el colectivo! ¡Vos que te quejás cuando en un negocio te tratan mal! ¡Me estás tratando mal a mí! ¡No excusa al comerciante, pero estás haciendo lo mismo que él! ¡Con lo sencillo que es una sonrisita, por el amor de Dios! ¡Si es fácil! ¡Trabajar con nuestros lados oscuros es imprescindible, porque no hay derecho a ir por la vida acusando a los demás de lo que no está resuelto! Vamos a interpretar a los demás, de acuerdo a cómo actuaríamos en su lugar. Si somos engreídos, petulantes, vanidosos, eso es lo que vamos a ver en los demás. Si somos humildes, cordiales, amorosos, eso es lo que veremos. ¿Te pusiste a pensar que vos, a quien tanto le importa la justicia, te convertís en un ser totalmente injusto por tu falta de clara visión? ¿Si te convirtieras en un motivo de alegría y gratitud cotidiano, en lugar de jugar a hacerle la existencia imposible a los demás? ¿Para qué ir por la vida cobrando a terceros, aquello que considerás que te negaron o arrebataron y te pertenecía? ¿Será hora de acabar con esos caprichos añejos? ¿Y si en lugar de agredir, violentar, despotricar, lastimar, rencorear, vengarte en cualquiera tus ocultos resentimientos, te convertís en un canto a la vida, un agradecimento eterno con patas, una medicina que sane envidias, celos, rivalidades, que actúe en pos del bien común y se ofrende como testimonio de AMOR?. ¡Como testimonio de aquello que tanto reclamás para vos mismo, pero que no das! ¡Dejate de embromar! Podemos ser un motivo de AMOR Y ALEGRÍA, DE ENTREGA Y SERVICIO o podemos ser unos amargados insoportables, enredados en reclamos, reproches, venganzas y odios, en el mercado de las víctimas insatisfechas y frustradas, adoradores del rencor y la revancha. No te conviertas en aquello que criticás o reclamás. Podés elegir convertirte en un bálsamo que sane todo lo que pase a su lado. Y Eso, a la vez, será tu propio bálsamo. Es la misma manija que das hacia atrás, pero para adelante. Dale, metele onda.


Desde el alma y con el corazón.
Liliana Marcela Pérez Villar
lilianamperezv@gmail.com