24 de Marzo de 1976
Miércoles 24 de Marzo de 1976, a las 11:30 hrs. Comando General del Ejército, Juran Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Ramón Agosti, Jefes de la (primera) Junta Militar.
Como consecuencia del golpe de Estado, la dictadura militar, autodenominada “PROCESO DE REORGANIZACION NACIONAL”, gobernó de facto la Argentina entre 1976 y 1983.
“Debe quedar claro que los hechos acaecidos el 24 de Marzo de 1976 no materializan solamente la caída de un gobierno. Significan, por el contrario, el cierre definitivo de un ciclo histórico y la apertura de uno nuevo…” (21 hrs del martes 30 de Marzo, Jorge Rafael Videla, ya Presidente de los Argentinos)
La Junta llegó al poder con la justificación de terminar con “los enfrentamientos entre facciones armadas de izquierda y derecha del movimiento peronista, y la acción violenta de organizaciones de ejércitos revolucionarios del pueblo, llamados guerrilleros, como Montoneros, de tendencia peronista, y el ERP”.
El gobierno de facto detuvo, interrogó, torturó y ejecutó clandestinamente a miles de ellos y a colaboradores, incluyendo a médicos y abogados que les ofrecieron apoyo profesional, así como a civiles y estableció centros clandestinos de detención para llevar a cabo estas tareas. Las personas detenidas en estos centros clandestinos eran denominados desaparecidos y gran cantidad de ellos fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes o arrojados al mar desde aviones de las fuerzas armadas, en “vuelos nocturnos”.
El Proceso estuvo encabezado por cuatro juntas militares sucesivas:
• 1976-1980: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti.
• 1980-1981: Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens Graffigna.
• 1981-1982: Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Issac Anaya.
• 1982-1983: Cristino Nicolaides, Rubén Franco y Augusto Jorge Hughes.
La Junta Militar disolvió el Congreso Nacional, tomó las funciones legislativa, ejecutiva y judicial; estableció la pena de muerte a los condenados por actividades subversivas, la suspensión del Derecho de Huelga, suspensión de las libertades ciudadanas, la disolución de los Partidos Políticos, la anulación de la libertad de prensa y expresión, intervención de los sindicatos obreros y las Universidades, la legislación por decreto y el reemplazo de la Corte Suprema de Justicia. También intervino el gobierno de las provincias, territorios nacionales y organismos públicos a nivel nacional, provincial y municipal.
El número de “desaparecidos” se estima en 30.000. , entre 250 y 500 niños y niñas, adoptados ilegalmente, luego de que nacieran en los centros clandestinos de detención. Y hasta ahora se han encontrado 110 nietos.
Algunos de los centros clandestinos de detención más utilizados, que funcionaron durante la dictadura militar de 1976-1983 se encontraban en: la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y el Garaje Olimpo, entre los más conocidos en la ciudad de Bs. As. En la Provincia de Bs.As. El Campito (también conocido como Los Tordos), El Vesubio, La Perla. En la Provincia de Córdoba: Regimiento 9, La Polaca, Campo Hípico y en Corrientes: Santa Catalina.
Para quienes hemos vivido y crecido con esta música de fondo, para quienes hemos sido adolescentes en esta época, testigos de esta etapa tan penosa de nuestra historia, me gustaría acercarles y acercarme también, la idea de la Resiliencia, de la que hablamos hace poco en otro artículo. Esa capacidad que tiene una persona o un grupo, o una sociedad, de recuperarse frente a la adversidad, frente al horror, para seguir proyectando el futuro. Si no hubiéramos tenido la habilidad de “ajustarnos” a tan cruel realidad, muchos más de nosotros también seríamos desaparecidos. El horror con el que tuvimos que aprender a vivir en lo cotidiano, cada uno desde sus creencias, convencidos de estar en lo cierto, como de costumbre, la consternación, naturalizando el espanto para poder seguir respirando medianamente. Nuestra generación, la que hacía pintadas en las paredes de las Universidades, la que cantaba a escondidas las canciones del Che Guevara en las peñas, (que eran todo un riesgo), los que escondíamos los libros de filosofía, que entonábamos canciones de protesta, Victor Hara, Violeta Parra, el” flower power”, los que teníamos que dejar las sesiones de terapia de grupo de a uno, porque no se podía andar en grupo por las calles, los que decíamos: “Guarden todo que viene la cana”, nosotros, los que no podíamos correr frente a un peligro para no exponernos a un riesgo mayor, que aprendimos a pegarnos a las paredes con las manos en alto y quedarnos quietos cuando adelante nuestro baleaban a un pibe, a quien nadie ayudaba, por supuesto; los que aprendimos a dormir siempre con la persiana baja, si había un militar en la familia, compartieras o no su estilo de vida, si el dormitorio daba a la calle, a revisar debajo de la cama, para no terminar como Lambruschini; a revisar el auto por abajo antes de encenderlo, que tomábamos todos los días un camino distinto, para que no nos emboscaran: los militares (si eras de un partido político comprometido o militante revolucionario) o los revolucionarios, (si eras militar, familiar o partidario de la junta); los que organizando reuniones en un auto en la costanera, terminábamos besando a un amigo para que pareciera que estábamos "chapando" cuando pasaba el patrullero; los que fuimos al velorio de Perón, que vivimos Ezeiza, sobrevivimos a Lopez Rega, Isabelita, Bignone, a Galtieri entonado en la plaza de Mayo, entre locos fanáticos que lo apoyaban y los desesperados que no sabíamos cómo para tanta locura ; los que lloramos cuando partían los camiones a Malvinas con nuestros bebés de 18 años, que quedaron allá al reverendo cohete; los que no podíamos creer cuando comprábamos un chocolate en el sur, en Puerto Deseado por ejemplo, y aparecía adentro la carta escrita entre lágrimas a un soldado desconocido, con un AMOR que nunca le llegaría, ya que se desviaban alevosamente las provisiones, a kioskos y negocios a costa de sus necesidades, por unos mugrientos pesos. Ellos muriendo de hambre, frío, miedo y enfrentando a los Gurkas con dos escarbadientes y en Buenos Aires festejando el mundial; Nosotros, los que crecimos con Sui Generis y Los Dinosaurios, somos unos verdaderos sobrevivientes.
¡Cuántas marchas hemos caminado! Algunos necesitan ir, otros prefieren no ir, algunos tienen miedo, otros no ven la hora de que llegue el día, y también están los que no tienen ni idea de qué pasó el 24 de Marzo…Pero así como la fuerza es interna, como dirían los Chinos, la marcha también puede ser interna. Cada uno de nosotros sabe cómo marcha. Cada uno conoce su compromiso social, político, humano. Cada uno tiene una historia con la que ha convivido. Ir un día a una marcha y no ser coherente con ello el resto del año, no tiene sentido. Una gran mayoría de nosotros hemos sido militantes, con mayor o menor grado de compromiso. Nuestra generación viene marchando desde los setenta, una marcha revolucionaria casi artística. No somos la generación del cuarteto, de los wachiturros, y lo digo con respeto, pero sin identificarme. Somos los primeros rockeros nacionales, los revolucionarios intelectuales, los que soñábamos con cambiar el mundo, los que luchamos por la democracia, aunque algunos descubrimos mas tarde, que tampoco era la mejor forma de gobierno. Pero nos enseñaron que las posibilidades eran dos: Democracia o Gobiernos de Facto, no había otras posibilidades. No nos identificamos con Julio Iglesias ni con Luis Miguel, pero vibramos con Génesis, Spinetta, Yes, Sui Generis, J Lennon, así como con Ghandi, la Madre Teresa de Calcuta, San Francisco de Asís, Martin Luther king, Nelson Mandela…
Y estoy segura que de esto, no queremos más. Ya lo vivimos, no por la tele, por un libro de historia, no, nosotros íbamos a la plaza y ahí estaba Perón! Y en el aeropuerto nos cruzábamos con Solano Lima, Rucci, el Brujo, y en la tele no estaba Tinelli, estaba Margaret Thatcher con esos ojos saltones que asustaban de ira, y los que morían por una pintada no eran NNs, eran nuestros amigos y familiares, Pedro, Juan, María, un hermano, una prima, y si no nos tocaba a nosotros, una parte nuestra se iba con cada uno de los que "desaparecían".…
El 24 de Marzo del 76 fue un día negro que dura hasta hoy, porque aún está vivo. No queremos más horror, desaparecidos, muertos, torturados, secuestrados, no importa de que “bando” sean; con o sin dictadura. No queremos mas corrupción, ni carteles, ni trata, ni poliladron. No queremos mas burlas entre las diferentes ideologías, ni faltas de respeto. Pero parece que nadie ve, nadie sabe, nadie se hace cargo, hasta que le toca de cerca. Ahí si, "ah, qué barbaridad!" "Cómo puede ser"?
No queremos más de esto. A mi, sinceramente, ya me da lo mismo de qué lado venga, porque cuando un sector le "saca el poder a otro, para hacer con ese poder, lo mismo de lo que se quejaba" ya no me parece una cuestión de Creencias o valores. Me parece una pulseada, una disputa de poder. "A ver quién la tiene mas larga". Ya no quiero ver mas gente asesinada impunemente,muriendo de terror, torturada o todos los etcéteras que todos conocemos de sobra. No quiero mas abusos, chantajes, ni sueldos vergonzosos a docentes, médicos, laburantes que aún conservan la vocación de trabajo y servicio y hasta deben trabajar amenazados bajo armas en guardias de hospitales públicos, mientras miles de ñoquis de la "Dedocracia" cobran cifras disparatadas sin ningún motivo. Cuando se pone una piedra en la rueda a una carreta, se bloquea el paso a todos los que quieran pasar. Tanto el AMOR como la falta de AMOR salpican y TE salpican. ¿Vos qué querés salpicar? ¿Cuándo se va a despertar de esta pesadilla de humanidad? Basta de violencia. Basta de armas. Basta de muerte. Basta de enfrentamientos entre hermanos. Si para algo sirve la MEMORIA, que no sea para cultivar los DESEOS DE VENGANZA de nadie. Lo mismo da de qué bando, ideología, creencia sea. De qué partido... VAMOS A TERMINAR TODOS PARTIDOS. Quién aprendió algo de tanto dolor?. ¿QUÉ TAL PONERLO EN PRÁCTICA? Por favor, Basta. Basta. Por favor. No más. Nunca más. Nunca más. CAMBIEMOS.
NUNCA MÁS.
Liliana Marcela Pérez Villar