domingo, 4 de julio de 2010

MARADONA, espejito espejito...


Espejito espejito… “¿Quién es el mejor Director Técnico del mundo?” Al menos decime…” ¿Quién era, hasta el sábado pasado?”. ¿Habremos aprendido la lección de no “hacer leña del árbol caído”? Ni Dioses, ni Demonios. Esta especie de esquizofrenia, de
Mente partida, esta distorsión entre sentimiento y pensamiento. De repente, alguien ilusionado, enamorado, derrochando alegría por los cuatro costados, se convierte en “Terminator”. Empieza a hablar de una manera diferente. Saca el lanza llamas, enciende el motorcito de triturar gente, se hace “opinólogo” y no quedan ni las cenizas. Y ahí, todos somos la viuda de J. Lennon. Todos Directores Técnicos. Pero hay una diferencia grande entre HACER y OPINAR. Y parece que OPINAR suele significar AMASIJAR. Quien nada HACE, ninguna OPINIÖN recibe, generalmente. “Ladran Sancho” “Señal que cabalgamos” “Señal que hay perros, además”. Es como criticar una obra de arte. Podemos decir: “No me gusta” porque somos libres de expresarnos. Pero es muy diferente decir:”Esto es una porquería”. El tema es que en su mayoría, esos síntomas son subjetivos. Un cuadro, hasta donde sabemos hoy, no puede defenderse de semejante juicio, ni ofenderse, ni ponerse a llorar, ni sufrir por ser víctima de una “trampa proyectiva”. Pero un ser humano sí, puede. Y de hecho, todos nosotros hemos sido víctimas de acusaciones, algunas más crueles que otras, de cosas o situaciones con las que realmente, no resonábamos internamente. No como mecanismo de negación o defensa, sino porque como la mayoría de las interpretaciones, más tenía que ver con el que interpreta, que con el interpretado. Es muy pesado ir por la vida haciéndose cargo de las frustraciones e inseguridades ajenas. Pero el que proyecta, es decir, el que responsabiliza o acusa a otro de lo que le pasa a sí mismo, se siente mucho mas aliviado al encajarle el peso al afuera. Por eso, las revistas más populares como la española “Bola” o la argentina “Personas”, deberían ser entregadas en las esquinas, gratuitamente, como una forma de Medicina Preventiva. Deberíamos agradecer a personajes como Ricky Chocolate, Moria Tarzán, Marcelo Tinenti, que son un depósito donde arrojar los desperdicios de las críticas más agudas y de los ratings más fabulosos en TV. Si desde mi humilde puesto de trabajo, recibo tantas películas proyectadas, como si fuera una tela en blanco, de verdad, pero de purísima verdad, no quisiera estar en las zapatillas de Don Diego, pero ni por un cuarto de segundo. Como no vivo en un termo, ni duermo en un subte, al menos mínimamente, imagino los negociados que se esconderán detrás de todos estos eventos deportivos mundiales. Lo que me gustaría, tal vez sea demasiado ingenua aún a pesar de los años, es sugerir que se deje de inventar ídolos, héroes, superhéroes, para luego defenestrarlos y que terminen
aislados, descalificados, en situaciones de rincón, donde todo lo que hagan va a estar mal visto. No hace falta estar ni a favor, ni en contra. El mismo Diego el magnánimo, que llevó y puso a Palermo 15 minutos para que metiera el segundo gol, es el “bol…” que no puso a la Brujita o a Agüero y mejor ni nombrar a Riquelme (todavía algunos preguntándose si no tendría que haber estado en la selección). Que Demichelis y Heinze no eran defensa suficiente, el pobre desempeño de Di María por la banda izquierda, que Messi no la veía ni cuadrada, que en el Barcelona tiene siempre el arco abierto pero acá se le cerró, que Romero, que Pastore, que el Pipa…etc. El Mundial conlleva una carga emotiva muy fuerte. Yo misma estaba “cabizbunda y meditabaja” y tratando de digerir un 4 a 0, que hubiera sido más asimilable con menor diferencia. Un 1 a 0 habría sido derrota más digna. Pero una cosa es la bronca del momento, lo que en el barrio se llama la “calentura”, la desilusión, tanto gorrito blanco-celeste, tanta banderita, tanto festejo por anticipado y bue…perdimos, (¡Un bajón!) y otra es defenestrar al “ÍDOLO”, con pies de barro, y pasar de una Esquizofrenia hebefrénica a una catatónica (es para meterle un poco de humor, no se ofendan). ¡Era increíble ver las caras de alegría de la gente en la mañana del sábado! Oeeeeeeee oeoeoe…Diego, Diegoooooo! “¡Qué fenómeno el tipo!” “¡Pensar que uno no daba ni 5 centavos por esta selección!” Y las caras de la gente el sábado por la tarde, con alteraciones motoras, no se podían ni mover, obedientes sólo a su respiración. “¿Y qué esperabas?” “Es un…” “¿Por qué no puso a Verón?” “¡Decime!” “¡A Samuel, que ya estaba para jugar!” Yo no sé si era para un 4-4-2 o un 4-3-1-2., pero sé que los argentinos somos un 2 x 4. Somos tangueros. También somos un 10. Y ese 10 que fue, es y será Maradona, no debe ser el basurero emocional de un país, sólo porque no se quedó con la copa 2010. Esto me hace acordar cuando mis hijos eran chiquitos y creían que si compraban una rifa se sacaban el premio. Era más una compra que un sorteo para ellos. Participar de un Mundial no significa ganar. Algunos no llegaron ni a octavos de final. Me produjo una inmensa alegría saber de la aclamada recepción que tuvo la selección al regresar al país. Más de 5000 personas. No se es “héroe” por haber ganado una guerra o una batalla. Un héroe es un protagonista arquetípico heredero de virtudes y destrezas que lo hacen distinguirse en su cultura de origen. Un héroe se caracteriza además, por ser líder en descargas. Pero no es Superman, ni Batman, ni el Hombre Araña. No condenemos a perpetuidad. La soga existe, no hay que ahorcar. Si cada uno de nosotros se hace cargo de sus falencias, debilidades y también de sus dones y virtudes, no va a haber necesidad de “emparejar para abajo” a nadie que descolle por su HACER VIRTUOSO. Espejito espejito…


Desde el alma y con el corazón.
Liliana Marcela Pérez Villar