lunes, 13 de octubre de 2014

ALGUNA VEZ...

Alguna vez, el alimento fue pensado como una necesidad básica. Algo sagrado que debía ser delicada y cuidadosamente custodiado, para que llegara a destino lo mas saludable, vital y sabroso posible. Sin perder sus cualidades básicas primordiales y lejos de pesticidas, manipulaciones humanas, intervención genética, riego contaminado, hormonas, conservantes y condiciones artificiales de crecimiento y preservación. En sus comienzos, la industria alimenticia se centraba primordialmente, en eso, ALIMENTAR. Tener el mejor trozo de alimento para llevarse a la boca y repartir esos recursos. Hoy, parece que ese sentido tan elemental se ha perdido y reemplazado por ganar dinero a costa de lo que sea. Aumentar tantas miles, millones de veces esa producción, no para abastecer y satisfacer las necesidades básicas de los seres, sino utilizàndolos para enriquecerse a costa del riesgo de sus propias vidas. ¿Verdad o consecuencia? Alguna vez, la caza fue pensada como una alternativa para alimentar /se. Se recurría a lo que estaba al alcance de la mano para aplacar el hambre. No era una cuestión de utilizar y abusar del reino animal como usufructo y renta humanos. El animal no era considerado un ser inferior, creado para provecho y servicio del Hombre. Los mismos pueblos originarios, pésimamente considerados como salvajes en determinadas versiones y mentes, eran extremadamente respetuosos a la hora de recurrir a la caza para alimentar a su familia. (me referí extensamente a este aspecto en algunos blogs del último viaje y Congreso a Perú). No había campos de concentración y tortura de animales, ni sacrificios, ni sadismo, ni morbo. Hay una frase de Paul Mc Cartney que dice: “Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seriamos vegetarianos” Peces, aves y cuadrúpedos, llegaban al estòmago sin mercurio, cromo, plomo o petróleo, además del mínimo daño al momento del sacrificio. Lo cual es difícil de aceptar, habiendo tantas otras posibilidades de recursos. Legumbres, cereales, soja texturizada (gruesa o fina) tofu, seitán y mas, mucho mas. ¿Verdad o consecuencia? Alguna vez las personas se acercaban, unían, convivían, compartían, por un simple sentido de afinidad, atracción, empatìa y simpatía, porque juntos estaban mejor, mas alegres, mas felices. Sencillamente, se amaban. La unión no fue pensada como un acto de mala fe, donde se “protegían” de la adversidad, de las herencias, pérdidas económicas o abandonos. Como si acaso, los contratos de hoy pudieran evitar decepciones, abandonos o mentiras. Eso sí, ciertamente son convenientes a la hora de la repartija. A no ser que existiera una previa cláusula, (a veces ignorada por una de las partes) que anulara a la otra. Tampoco se basaban en sostener imàgenes de familias perfectas, ni tolerarse por mandatos de ninguna ìndole, al ritmo de la traiciòn o el engaño. ¿Verdad o consecuencia? Alguna vez, los hijos fueron pensados como producto del AMOR CONSUMADO entre dos personas. Aquello que llegaba como para sellar la unión, sumar y salpicar ese AMOR con los que fueran llegando. No significaban un pasaporte a ningún plan, ni una herramienta de extorsión, control y manipulación para retener o “enganchar Giles”. Y supongo que tampoco se pensaron como una realización narcisista o una carnada para pescar seguridad econòmica o prestigio social. Hoy, podemos añadir la difusiòn mediàtica. ¿Verdad o consecuencia? Alguna vez, los remedios fueron pensados como algo con gusto feo, para “combatir” enfermedades. Enfermedades que entonces, no se creaban en los mismos laboratorios que luego no se venderían drogas para combatir al monstruo de su propia creación y no financiarían deudas de las potencias más importantes, a costa de los países en vías de “subdesarrollo”. Tampoco sucedía esto con las vacunas. ¿Verdad o consecuencia? Alguna vez, una guerra, una epidemia, un terremoto, fueron mas importantes y significativos que un mundial de football. Por suerte, alguna vez, una negra agonizante, mordió la blanca mano de un blanco médico francés y se empezó a investigar al respecto. Distinta sería ahora la digitación universal del Ébola, si hubiera habido algún otro mordisco a tiempo por ahí, sobre otra blanca mano, de algún otro blanco político especulador. Què bueno serìa despertarme ahora y descubrir que sòlo fue una pesadilla y los valores y principios de la Humanidad siguen intactos. Liliana Marcela Pèrez Villar lilianamperezv@gmail.com FB: ANAMCARA CENTROS DE ENERGÌA