martes, 10 de julio de 2012

AIRES DE CAMBIO.

Como salida del túnel del tiempo, una llamada telefónica derivada de un artículo que escribí para un diario, me retrotrajo a la prehistoria: “Ah, si si si, ustedes son los que trabajan desnudos” ¿¡?! Esta misma frase, con el mismo tono y palabras, la escuché hace por lo menos 25 años atrás por primera vez. Lo curioso es que aún hoy, me siga sorprendiendo de la misma forma. ¡Probablemente sean deseos reprimidos, pero a esta altura, ya suena muy Jurásico! Casi con pena tuve que aclarar que iba a tener que venir vestida y que no teníamos programada ninguna orgía, al menos por el momento. ¿Pero cómo puede ser? ¿Cómo puede haber aún tanto prejuicio en relación al movimiento? ¿Será que lo que asusta es desnudar el alma, el corazón? ¿Mostrar los sentires, amores, emociones? Desnudar las debilidades pone en riesgo la necesidad de sostener toda imagen “modelo para mostrar”. ¡Es que a veces, se ven tantas familias perfectas, parejas perfectas, personas perfectas, roles perfectos…madres, padres, hijos, hermanos, tíos, abuelos perfectos…que los que estamos acostumbrados a andar con el alma desnuda, terminamos preguntándonos si la imperfección sólo nos tocará a nosotros! Alguna vez aprendí en carne propia, que en cuanto a la desnudez del cuerpo físico y los pudores, vergüenzas y temores, lo que más nos cuesta mostrar tiene que ver con lo que se grabó a fuego por las experiencias vividas. Lo que marcó nuestras vidas y se hizo carne, se IN-CORPORÓ, se metió en el cuerpo. Las cicatrices, las operaciones, mal formaciones…y ni que hablar de los rollos!!!! Ahhhh, los rollos son un capítulo aparte. Cuesta mostrar las huellas de lo que marcó el dolor. Pero bueno, en el caso de un masaje, por ejemplo, en un encuadre, en intimidad, donde nos exponemos y abrimos al terapeuta con quien sentimos afinidad, contención y confianza, tenemos dos opciones: Una sería cerrarnos y decir “ahí no porque me da vergüenza” y la otra “ahí sí, por favor, porque se nota que tengo un rollo, AYUDAME”. Estas máscaras o corazas, esta necesidad de “caretear” (como dicen los chicos ahora), esta moda de perder el tiempo tratando de ser otra persona, esto de disfrazarse de todo está bien (cuando es evidente que no lo está), esto de no querer mover nada para que no se note, es un tremendo, innecesario y desgastante esfuerzo energético que, tarde o temprano, terminará afectando la salud. ¿No sería más fácil admitir, darse cuenta, verse, conocerse, escucharse y asumirse tal como se es? ¿Eso sería DESNUDARSE? Sucede que lamentablemente a veces, la única forma de DARSE CUENTA DE LO QUE SE SIENTE O SE DESEA SER O HACER, ES VIÉNDOLO EN OTRA PERSONA, PORQUE SE ESTÁ MUY DESCONECTADO DE LOS AUTÉNTICOS SENTIRES PROPIOS como para verlo en uno mismo. Y ahí, se avanza por la vida como si se fuera otro, que no se es, tapando, ocultando, distorsionando lo que no está muy bien 10 felicitado. Tremenda exigencia que lleva a vivir virtualmente y no como sinceramente se desea vivir. Sólo se puede vivir así, sintiéndose otra persona, que no se es. Y lo más triste es que irremediablemente, tu mente te va a hacer destruir todo vínculo de amor y hasta las virtudes del modelo original, para poder quedarte con su personalidad. Y eso, no es AMOR, es simplemente tratar de “tener o ser aquello que tiene o es el otro”. (en el barrio le decíamos envidia). ¿Pero quién va a reconocerlo? ¿Quién va a decir que le da celos o envidia tal o cual cosa y por eso lo defenestra y lo vampiriza? Es mucho más fácil hacerse el virtuoso, buscarle defectos al afuera, culparlo y manipular al entorno para que no se dé cuenta. Pero ojo, eh! DESPUÉS HAY QUE MANTENERLO Y ES AGOTADOR! Es como la primera mentira, para sostenerla hay que seguir mintiendo. ¿No será hora de animarse a cambiar? La verdad es que hoy por hoy, soplan vientos de cambio en el planeta y es propicio soltar y dar un salto cualitativo yyyyy cuantitativo también. Habiendo tantas perspectivas en juego, y sin dejarse vencer por los augurios poco propicios con los que nos atormentan por todos los frentes actualmente, sería una pena evitar predisponerse positivamente para un cambio.
Rescatar nuestros sueños, no dejarnos condicionar por una cultura que ha demostrado ampliamente estar desidentificada de la propia especie. El darse cuenta de lo que NO, también es una forma de sintonizar con el Sí, al menos por descarte. Muchas de las cosas que hoy damos por buenas, tal vez no lo serán el día de mañana. La verdad de ayer puede ser desmentida hoy. No dependerá de lo que te digan, sino de todo un mecanismo instalado en la sociedad que hace que las cosas “deban ser de tal o cual forma”. Y para sentirse aceptado, se trata de funcionar obedeciendo a esos parámetros asimilados hasta por los poros, en relación a las creencias personales y para formar parte de esa sociedad con la que se identifica y recibir a cambio reconocimiento de lo más representativo de esa sociedad. ¿Vale la pena tanta renuncia instintiva, tanto sueño cancelado, tantas ganas reprimidas, sólo para ajustarse a una sociedad que ha dado amplias pruebas de estar bastante enferma? ¿No es un precio demasiado alto, claudicar a lo genuino por una aureola falsa de Santidad? Con la excepción de sentir verdaderamente la vocación de VIVIR EN LA SANTIDAD, jugar a serlo por recibir aprobación y aplausos, además de traicionarse a uno mismo, carece de sentido y enferma. Dejate empujar por estos tiempos propicios de cambio y con autenticidad, si no lo hacés para “la gilada y los camarógrafos”, dejate mover hacia lo nuevo. Ese es el POR-VENIR. Desde el alma y con el corazón. lilianamperezv@gmail.com FaceBook: (2) ANAMCARA CENTROS DE ENERGÍA ANAMCARA ESCUELA DE CENTROS DE ENERGÍA