OND: Organización de las naciones desunidas
LA INDIFERENCIA ES UNA FORMA DE TOMAR PARTIDO.
Cuando abordamos el tema de la mujer, se escuchan voces diciendo que somos todos iguales, que hablamos de mujeres y varones y no de una humanidad conformada por seres que gozan de los mismos privilegios y responsabilidades, que hoy la mujer se encuentra “a la par del hombre”, que no hay que generar motivos de discordia, “que eso era antes”, etc., etc., etc.…. Como si el Universo terminara en la Gral. Paz o como si no se quisiera tomar conciencia de lo que sucede, incluso “dentro de la Gral. Paz”. Ojos que no ven… "TRATA" QUE NO SIENTE. Pero algunos corazones sì sienten, sentimos. Personalmente, más pena me da, cuando se refiere a mujeres que niegan el daño que se inflige a sus congéneres, argumentando que “por algo será”, “algo habrán hecho”, acusando directa o indirectamente de “feministas”, como si fuera una mala palabra, a quienes queremos y exigimos que esto cambie, que se termine. "Si usa esa pollerita tan corta...que no se queje si le tocan la cola"; "Si la violan...los habrà seducido"; "Si le pegan...lo habrà provocado"; "Si la secuestran...es porque anda por ahì de noche"; Cuesta creer que se sigan inventando justificaciones, excusas religiosas, culturales, políticas, económicas (que aunque se las desdibujen, suelen ser las mas importantes), hasta interpretaciones espirituales, que con lo que menos tienen que ver es con el espíritu. Parece que si las mujeres peleamos y nos condenamos entre nosotras, en lugar de amarnos, cuidarnos y ayudarnos, en lugar de solidarizarnos, más alto cotiza el varón en plaza. Y parece que si el varón hace caso omiso de lo que sustenta en base al poder que sigue ejerciendo sobre las féminas, mas tiempo puede perpetuarse en el centro de ese poder. Esto sólo separa. Va destruyendo a la Humanidad y convierte en infierno las vidas de millones de mujeres, víctimas del abuso y complicidad de la sociedad en la que viven. Por supuesto que si quien esto lee y no se encuentra dentro de los grupos afectados, o no siente empatía por el dolor del otro, que es nuestro propio dolor, va a encontrar miles de pretextos, descargos, defensas para evitar involucrarse en algo que no le toca, supuestamente. Pero acá no vale decir: “Ya bastante tengo yo con lo mío, como para ocuparme de lo que le pasa a otro”, sobre todo si ese otro es un desconocido, que vive al otro lado del planeta, o en la esquina, pero como no es de mi familia, ni amigo, ni profesa mi religión, ni habla mi idioma, etc., “¡A mí qué me importa!” ¡Que se arregle como pueda!”. Ahora, cuando nos toca a nosotros, ah si, ahí… “¡Qué barbaridad!” “¿Cómo me pudo pasar esto a mi?”, “¿Cómo me hizo, me hicieron esto?”, ahí si, es diferente porque me toca a MIIIIIIIIII.
El Centro Internacional de Investigación Sobre Mujeres estima que, actualmente, hay 51 millones de niñas desposadas que viven en el planeta Tierra y son golpeadas regularmente y abusadas por sus esposos. En algunas comisarìas no son atendidas ni por el portero. No se les toma la denuncia y de hacerlo, se las trata como ciudadanas descartables. Son mal tratadas por los que deberìan custodiarla, protegerla, cuidarla y contenerla. Se la descalifica y somete a interrogatorios mal intencionados, que lejos de ayudarla, la hunden màs y màs en sus propios sentimientos. Aunque no sucede en todos los casos, es lo habitual victimizar al victimario y condenar e investigar a la vìctima y su entorno. Mientras ella ingresa en un agujero negro sin fin, su agresor sale delante de sus narices a las pocas horas por falta de "evidencias". Cada año, de acuerdo a UNICEF, tres millones de niñas musulmanas son objeto de mutilación genital. Esta práctica no ha sido ilegalizada en muchas partes de Estados Unidos hasta hoy. Los riesgos inmediatos de la clitorimectomía y la infibulación son similares: hemorragia de la arteria clitoridea, infección, retención urinaria y tétanos o envenenamiento de la sangre por el uso de instrumentos cortantes no esterilizados y, a menudo, primitivos (cuchilla, hoja de afeitar, trozo de vidrio roto). Además, el dolor causado por la operación realizada con frecuencia sin anestesia, puede provocar un shock en las Niñas Pequeñas.
En el largo plazo, las mujeres que son infibuladas generalmente sufren consecuencias físicas mas severas que las mujeres excisas: como la infibulación implica incisión y suturas mas extensas, presenta un riesgo significativamente mas alto de hemorragia e infección; además, el cierre parcial de los orificios vaginal y uretral conduce a mas problemas relacionados con la retención de orina y sangre menstrual como por ejemplo, infecciones crónicas del tracto urinario, cálculos en la uretra o en la vejiga, dolores constantes de espalda y dolores menstruales, irregularidad del ciclo menstrual e infecciones en el tracto reproductivo. La Organización Mundial de la Salud y un puñado de ONGs han apoyado esfuerzos tendientes a eliminar la mutilación genital y abusos tales como la golpiza, pero la violación y el incesto han sido mayormente ignorados: el Programa Mujer, Salud y Desarrollo de la Organización Panamericana de la Salud (PWD/OPS) y la ONG Match International, constituyen notables excepciones. Muchas mujeres limitan el uso de la anticoncepción por miedo a las represalias masculinas (Dixon-Mueller). Los hombres en muchas culturas rechazan los métodos de regulación de la fecundidad porque piensan que es la señal de la intención de la mujer de ser infiel, anulando la posibilidad de que esa mujer se preserve de enfermedades como el HIV o cualquier otra, relacionada con las enfermedades de tipo sexual, basados sobre la lógica de que la protección contra el embarazo o enfermedad, permite a la mujer ser promiscua. Además, allí donde ser padre es un signo de virilidad, el pedido de la mujer para regular su fecundidad puede incluso ser interpretado como una afrenta a la masculinidad de su compañero.
En medio de estas delicias, se siguen manteniendo concubinas y cautivas, hoy, ¿eh?, SÍ, HOY Y ACÁ NOMÁS, que se ven obligadas a satisfacer las necesidades sexuales de sus amos/maridos/hombres, en cualquier momento que ellos lo demanden, ya que disponen de su cuerpo y alma, “desde la cima de sus cabezas hasta la planta de sus pies”. El terror de estas niñas-mujeres aferradas a sus muñecas, en el mejor de los casos, parece pasar completamente desapercibido ante los ojos de un mundo, preocupado por el dinero y la producción material, cueste lo que cueste. “¿Por qué no vuelve a su casa y trata de arreglar las cosas?”.
"Cuando la gente sabe que se está cometiendo una injusticia y no tiene el valor ni la generosidad ni los instrumentos para superar esa injusticia, le echa la culpa a las víctimas, como la manera más sencilla de calmar su conciencia y eludir su responsabilidad” Tengamos en cuenta que, si esto sigue sucediendo, es porque está sostenido por aprendizajes estereotipados, religiosos, culturales y sobre todo ECONÓMICOS, que justifican el horror y hasta fomentan recompensas por llevarlo a cabo: “Es mejor para una niña casarse en una época en que comenzará a menstruar en la casa de su esposo, mejor que en la casa de su padre. Un padre que case a su hija tan joven, tendrá un lugar permanente en el cielo.” ¿Cuántas mas mujeres tienen que morir, para que cada uno se involucre y haga algo? ¿Cuántos mas infiernos, golpes, dolores, problemas psiquiátricos, calvarios, debe la mujer soportar para ser protegida de estas atrocidades? Si, usted es feliz, y esto no le pasa, es muy afortunada. (Hasta ahora). Pero, nadie está exento de convertirse en víctima a la vuelta de su casa, o como lo indican las estadísticas, dentro de su propia casa y de su familia también. Nada es más triste que la indiferencia ante la violencia, el maltrato y el infligir sufrimiento a otro ser humano. La indiferencia es una forma de tomar partido.
Primero se llevaron a los negros,
pero a mi no me importó
porque yo no lo era.
Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó,
porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los curas,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó.
Luego apresaron a unos comunistas,
pero como yo no soy comunista,
tampoco me importó.
Ahora están golpeando a mi puerta,
vienen a llevarme a mí,
ya es demasiado tarde.
Bertolt Brecht
Desde el alma y con el corazón.
Liliana Marcela Pérez Villar.