domingo, 8 de marzo de 2009

LA MUJER ANÓNIMA


Desconocida, ignorada, oculta, vulgar, secreta, misteriosa… La letra con sangre… ¿Entra?

Hoy, como dice la canción, es un día de domingo, otro día de domingo. Luego de lavar los platos, limpiar y ordenar la casa, haber hecho las compras mas importantes de la semana, lavar y colgar la ropa, bañar al perro, regar las plantas de la terraza y del patio, las de interior y la de los balcones, proveer a baños y cocina de lo necesario para tener a mano durante los próximos días, separar el material que probablemente utilice para dar clases, seminarios, atender a los pacientes y alumnos en estos días, encontrar “turno” para poder acceder a la computadora que comparto con mi hija para ordenar mails, spams, escribir, editar y enviar el Blog, rescatar de los dormitorios de los hijos adolescentes, platos usados, cubiertos, galletitas del siglo pasado, ropa sucia, OTNIs, (objetos terrestres no identificados), después de buscar letras y pistas de canciones en Internet para cantar con mi amiga Diana, rescatar fotos familiares históricas para enviar a mi sobrino Gonzalo que vive en Corrientes y otras para enviarle a Luli, la amiga a quien no veía desde casi 25 años atrás, y preguntarme quienes eran los que aparecían en esas fotos, sin lograr recordarlos a todos, ni a las circunstancias, rearmar las de la primaria con Claudia, la amiga/hermana, preparar la ropa que debo devolver a Alicia que vuelve mañana de España, sí, la que me prestó para el Congreso de Perú y Brasil, escribir la meditación del lunes, para culminar la clase de Tai Chi Qi Gong, ir a llevarle el cargador del celular a Viviana, que por error tenía el mío, hablar con Silvia para preguntarle si había encontrado en el salón la camperita que se olvidó Amalia el jueves en una clase de Centros de Energía y una campera mía, arreglar los horarios que pasé mal (no entiendo cómo pudo suceder), atender a algunos pacientes que llamaron, hablar con un plomero para que pase un presupuesto por algunos arreglos que hay que hacer en la casa, etc. me dispongo a cocinar el “almuerienda”, la cena y las viandas y botiquines de emergencia gastronómica del lunes. “Para distraerme un rato en la cocina” enciendo la radio y el locutor muy amablemente, felicita a todas las mujeres por el festejo del “DÍA DE LA MUJER”. Como patriota femenina y argentina, como enamorada que soy y estoy de la bendición de haber nacido mujer, como defensora de mis congéneres y cómplice, primero… me quedé tiesa y luego… me dio una carcajada. Pensé en cómo me hubiera gustado compartir el domingo con los hijos, desde esa Caroline Ingalls que vive en las profundidades de mi alma. Siiiiiiii, aunque usted no lo crea. Charles ordeñando la vaca, “las niñas” amasando el pan conmigo, “el niño” sacando agua del pozo, los abuelos, los tíos, los amigos preparando “el baile del domingo al atardecer”, con músicos en vivo y a la luz de la luna, fogón por medio, en la casita de la pradera. Casi me estaba poniendo la cofia, cuando comienzan a llegar los llamados de los oyentes a la radio, mencionando los nombres de las mujeres mas destacadas del siglo pasado y lo que va de este. Por supuesto, quién va a negarle a Madre Teresa de Calcuta, a quien amo, repeto y considero referente, el honor de ser reconocida como una de las mujeres mas maravillosas de todos los tiempos, o a Eva Perón el derecho al voto femenino, o a Madame Curie sus descubrimientos sobre la radioactividad. Pero ante la pregunta del locutor del programa de “¿Quién es para usted la mujer mas importante de los últimos dos siglos?” pensé inmediatamente: “LA MUJER ANÓNIMA”. Anónima masivamente, pero no para mi. La mujer que a partir de su disposición y ternura, regula el funcionamiento invisible de la casa y del grupo familiar. Aunque los hijos digan: “¡Acá NUNCA hay NADA para comer!” o “¡Vos NUNCA hiciste NADA por mí!” o “¡Vos NUNCA entendés NADA!”, a pesar de que su compañero la rotule de BRUJA o la desvalorice, a pesar de las internas de cada familia, las discusiones, la ley seca (no dirigirse la palabra o “matar con el diferencial”), a pesar de, como diría Elbi, “ estamos en temporada baja”, ese hogar sigue adelante por la capacidad de amparo de la mujer , de ser refugio y guarida y custodiar hasta el desvelo a todo lo que la rodea. Pensé en la abuela Concepción, y en cómo crió sus tres hijos sola, mientras atendía a su marido enfermo. Esa inmigrante gallega, que padeció las penurias de todos los inmigrantes y la remó hasta sus límites y fue mi ejemplo y mi protectora. Aún lo sigue siendo a pesar de haber mudado el domicilio cuando apenas tenía yo 12 años. Siempre siento su presencia y creo no equivocarme si afirmo que a ella le debo mi vocación de servicio y mi elección de vida. Concepción y su amiga, la Madre María, para quienes la recuerden. Pensé en mamá y con qué hidalguía y esmerado disimulo llevó adelante una familia, que se desmoronaba a pedazos. Pensé en mis tan amadas amigas, las que aún están, las que estuvieron y se fueron,las que se fueron y volvieron, las que están en la profundidad de mi alma vida tras vida, y las que vendrán o permanecerán eternamente. Pensé en las mujeres golpeadas, violadas, mal tratadas, despreciadas en su cotidianidad, y en cómo su psiquismo hecho añicos, se inventa una excusa cada día para seguir adelante y no morir en el intento. Pensé en esas mujeres que han sido, son y serán ejemplo a seguir de una vida de valores, de sentido y entrega. Pensé en Chicha. Aquellas mujeres que me han enseñado a ser mujer. Pensé en los hombres que han despertado en mí el sentimiento de AMOR y DEVOCIÓN hasta la locura. Y esos hombres que a través de su hombría me dejaron espacio a su lado para mi feminidad. Pensé qué distinta se nos hace la vida, qué sufriente, qué pesada, cuando el varón, como amante, pareja o padre de nuestros hijos, no se hacen cargo. Cuando ejerce su poder sobre nosotras, despechado, sólo para vengarse. Cuando manipula a los hijos para mantenernos sometidas a su voluntad. Pensé en esos varones que nos hacen el amor con la mirada, con la voz, con la sinceridad, con el corazón y el alma, que hacen un culto de cada encuentro, que hacen una fiesta de un café. Esos varones que con su actitud, nos hacen volar, nos levantan del suelo con sólo mirarnos, que con su amor y dedicación, con su cuidado, se convierten en la mejor dieta, la mejor cirugía plástica, el mejor by-pass cardíaco y son todos unos artistas. No porque actúen, todo lo contrario. Sino porque no buscan la conquista, permanecen y crean una verdadera obra de arte de la mujer que aman. Por eso, humildemente, creo que el día de la mujer es todos los días. El mero hecho de que no exista un DÍA DEL HOMBRE ya marca la diferencia. Nos dedica un día a nosotras y 364 días al varón. O sea que hoy, amigas, madres,hijas, ahijadas, sobrinas, primas, amantes, trabajadoras, maestras, investigadoras, hermanas, religiosas, tías, abuelas, colegas, suecas, polacas, argentinas, musulmanas, mujeres que se precien y ejerzan de tal, a todas, hoy y todos los días, deberían ser el día de la mujer. Mientras haya hombres de verdad, seguirá habiendo mujeres que celebren su día, mientras haya ganas de amar todos los días. Un homenaje para todas, mi admiración y la más amorosa gratitud desde el fondo de mi corazón.
Liliana M. Pérez Villar