domingo, 4 de enero de 2015

SOLTAR, CONFIAR, SALTAR.



Es común ver en las clases de movimiento, cuando se trata de acompañar la danza con una correcta respiración, cómo se entra en una especie de batalla con ese aire que ingresa y sale de nuestro cuerpo. El pecho comienza a “inflarse”, literalmente hablando. Se “hincha”. Y sin tregua, se trata de seguir “metiendo” oxígeno a la fuerza, allí donde ya no hay mas espacio. Es una manera de endurecer la zona cardíaca, que para nosotros incluye los pulmones, para protegernos de la posibilidad de sentir. Nos acorazamos, subimos los hombros, nos "hinchamos", seguramente tan hinchados como lo estamos en nuestra vida de relación. Parece ser que la idea de RESPIRAR consiste solamente en INSPIRAR, algo que además, implica un esfuerzo tremendo. Un desgaste de energía innecesario y dañino. De alguna forma, lo que estamos evitando con esto es “SOLTAR”. Aunque cueste creerlo. Vaciar. Vaciarnos. ¿Será que el ser siente miedo de soltar su aire por si se acaba y no le queda más para respirar? ¿Será que si acopia ese aire, que además es de todos, se asegura un largo rato de aire? ¿Deberíamos hacer un Banco Internacional de “Aire”?. Vamos, depositamos lo que consideramos que nos corresponde, le ponemos llave y ahí tenemos la confianza suficiente como para largar sin preocuparnos por su Provisión.

La RESPIRACIÓN consiste en CUATRO etapas:

-La INSPIRACIÓN.
-La PAUSA..
-La EXHALACIÓN
-LA PAUSA>Cuando pregunto a los pacientes sobre el motivo por el que comen de mas o sin tener sensación de hambre, suelen responder que temen perder la posibilidad de comer algo ya, ahora, en ese mismísimo instante, y que tal vez, cuando lo deseen mas tarde, no esté disponible. Por supuesto que esa torta de chocolate o esa milanesa con papas fritas no van a irse a ningún lado. Es que no se desea correr el riesgo de perder la chance de “llenar” ese vacío, la sensación de estar hambrientos por siempre; creyendo en vano, que cuando se llene el estómago no se va a sentir ese “vacío”. Almorzar sin hambre a las 9 de la mañana lo que sobró de ayer y encima frío, no sirve para evitar el apetito de la hora del almuerzo. Comer para llenarse no funciona y nos hace mal. Además de desconectarnos de los auténticos mecanismos de alerta con que la Creación nos ha dotado, para informarnos de nuestras genuinas necesidades. De esta manera, nunca sentimos que estamos satisfechos, porque seguimos sintiéndonos vacíos. Ya que ese vacío no depende del afuera. Tal vez sería una buena idea al principio, hasta comenzar a desarrollar la Fe, la Confianza en el verdadero sentido de la PROVIDENCIA, el llevarnos el almuerzo en un tupper, unos bocados para no sentir la “urgencia de la falta”. Hasta despertar al sentir de que cuando tengamos hambre, habrá algo para comer, cuando necesitemos aire habrá más aire para inspirar. De verdad que es una pena no poder acomodar a nuestras relaciones más íntimas en un tupper también o en una bolsa, para cuando sentimos la desesperante necesidad de su presencia. Esas relaciones adictivas que aparecen como algo externo y único ser en el Universo capaz de “aliviarnos”. Nos evitaríamos muchos dolores de cabeza, discusiones, lamentos y quebrantos.
El alivio no reside en el mundo externo. No es el aire, la comida, el alcohol, la droga, una relación, una persona lo que nos va a dañar o aliviar. Es la manera en que nos posicionamos en el Cosmos. Es nuestra forma de ser y estar. Es la falta de registro de saber cuándo ya es suficiente de algo o alguien. Cuándo hay que parar. Y el darnos cuenta que cuando la conducta o la sustancia se acaban, el vacío sigue, no se termina con ellas. En consecuencia, la sugerencia de la semana sería: CONFIAR, SOLTAR, VACIAR, DESPOJARSE, Y CREER QUE LA PROVIDENCIA NOS VA A ASISTIR EN TODO AQUELLO QUE RESPONDA A UNA AUTÉNTICA NECESIDAD Y QUE ADEMÁS RESPONDA A UN BIEN PARA LA HUMANIDAD Y NO UN BENEFICIO PROPIO AISLADO DE UN PROYECTO UNIVERSO. Con el alma: Liliana M. Pérez Villar