¿CÓMO ESTAR, SIN ESTAR, ESTANDO?
Recordaba en estos días previos a la Navidad, una de tantas reuniones familiares, por allá lejos y hace tiempo. Esa época de la casa de Ramos, cuando aún estaban los abuelos y ni siquiera me imaginaba, que algún día no iban a estar físicamente. ¡Ni que hablar de los viejos! Sobre todo, con padres tan guapos, saludables, activos y “fuertes”. Esas largas mesas con familiares, amigos y novios de…, que terminaban con cantos, baile y el viejo “paquetito”, con lo que quedaba sin comer. Ese día, papá fue a comprar el pan. Como buen hijo de inmigrantes, siempre pensaba que no iba a alcanzar y por si acaso, compró 4 KILOS! Ese 31 de Diciembre en la casa se había preparado, como de costumbre, DE TODO. El peceto mechado con Chorizo colorado, el otro con fruta abrillantada, los pollos, la ensalada que mamá había apodado “china” (¿?), que lo único que no tenía era zapatos viejos, los famosos ajíes o calahorras acaramelados, las berenjenas, zapallitos y ajíes rellenos, mas cualquier otra cosa que se agregara ese año. El budín de pan chatito que le encantaba a papá, (sobre todo cuando alguna amiga de mamá lo enganchaba por teléfono, permitiéndole acabarlo cucharita en mano), la ensalada de frutas de la abuela Emilia, el pan dulce que se comía entonces, un “bodoque” de la era de piedra (hecho por Tita), las nueces que el abuelo Victor rompía con las manos y las nietas queríamos imitar sin mucho éxito, y ese día, como única vez, una empanada rellena con algodón y otra con carozos de aceitunas, que eran el “chasco” de la noche, le tocara a quien le tocase. . El rincón con el Pesebre de los de antes, esas joyitas que ya no se ven. La frazada marrón a forma de montaña, con talco salpicado como nieve, donde colocábamos las piezas una a una el 8 de Diciembre, como lo marca la tradición, que coincidía con el cumpleaños de la querida abuela Concepción, a quien me parece estar viendo rezar alrededor del arbolito, persignándose miles de veces y bostezando.

En estos días siempre evalúo si es una buena idea recrear el menú de mamá como todos los años, en especial por Agustina, que rememora a la abuela Pilar a través de sus rutinas, nostalgié amores varios que brillarán por su ausencia física una vez mas. En verdad, como cualquier otro día, pero sin el peso social de esta época. Cualquiera que lo desee puede recrearse en sus ideas y fantasías y ESTAR.

Estar en paz, tal vez solos, o con una o dos personas, con el perro, el gato, los canarios, no debe ser motivo de tristeza. Recordemos de qué se trata la Navidad, la natividad y si es fin de año, no evaluarlo en términos de finales y comienzos. Justo ahora que nos salvamos del FIn del mundo...no vamos a preocuparnos por otro final mas! Pero como de costumbre, ese carga socio-cultural, puede llegar a condicionar en algunos casos, si no lo tenemos claro. De alguna forma, esa presión genera una época de introspección, de recogimiento, una resurrección. Un RENACER. ¡Tranquilos! También se puede disfrutar enormemente en silencio y con una digna porción de comida, tal vez ya no comemos carne y algo liviano preparado con ternurita nos satisface (NO HACE FALTA ENGORDAR),una musiquita, una flor, un aroma, lo que les resulta significativo. Encontrar la forma de estar, como la encontró el tío. Y por favor, CUIDEN A SUS MASCOTAS, NO LAS ABANDONEN Y NO REGALEN ANIMALES A QUIENES NO LOS VAYAN A CUIDAR. LOS SERES VIVOS NO SON REGALOS DE NAVIDAD.
SE PUEDE SER FELIZ CON MUY POCO. BASTA CON SER AGRADECIDOS Y AMAR.

Desde el alma y con el corazón.
Liliana Marcela Pérez Villar.
lilianamperezv@ gmail.com
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