domingo, 15 de enero de 2012

ENVIDIA, CELOS Y ADMIRACIÓN.

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Envidia y admiración
Lo ideal sería mantener un estado de alerta que nos permita detectar cuando estamos siendo blanco de las flechas de la envidia. Darnos cuenta de que no somos los responsables del sentimiento de nadie. No tomarnos nada personalmente. Si podemos llegar a detectar la envidia antes de que ésta cause estragos, podremos evitarnos grandes dolores de cabeza. No se trata de defendernos, ya que el envidioso, no tiene conciencia de lo que le pasa. Si podemos comprender esto, vamos a aprender a medir el grado de confianza a desplegar con las personas envidiosas. Y el daño será menor. En realidad, no se trata de un alerta paranoico. Se trata de poder despertar a señales, signos que nos preserven.
No es UD. Quien despierta ese sentimiento, es sólo lo que Vd. representa, lo que moviliza. El ser depositario de semejante premio suele ser muy doloroso. Entra en funcionamiento la Dramática Relacional Interna de cada uno. La DRI de Persecución, de Abandono y/o de Exclusión. Si Vd., logra no tomarlo como algo personal, ese dolor va a llegar, se va a asimilar y va a ser expulsado sin dejar estropeado a quien se ha dirigido la envidia. ¿Oyó hablar del chivo expiatorio?
La Envidia se exterioriza con gestos, miradas, frases inadecuadas, o situaciones o palabras generadas para causar daño, descalificar para emparejar para abajo. En la era de la comunicación, donde los mails, los pagers, los messengers están a la orden del día, debemos aprender a oír las palabras escritas. Ya que hoy por hoy, las relaciones pasan en parte por la cibernética.
La Envidia tiene muchos disfraces y suele estar enmascarada detrás de la seducción, una sonrisa cordial, afable, complaciente. A veces el esfuerzo por disimularla es tan grande, que se esconde acatando órdenes, en sumisión o por el contrario actuando con descomunal admiración y dedicación. Por eso es difícil de detectar. Pero para que la admiración sea realmente admiración, debe de estar amparada en el sentido del AMOR. Si no lo está, no es admiración, es Envidia.
El que es envidioso se pone contento cuando le va mal al otro. Todavía no entendió que el otro, es él mismo y que el dolor de ese otro, es su propio dolor. Se aísla, se diferencia, se auto referencia. Se siente poderoso y satisfecho cuando de alguna forma consigue herirlo, lastimarlo, vengarse. Cuando su imagen se ve deteriorada. Pero queda agotado finalmente. Es tan grande el desgaste de energía en relación a la vida de los otros, que no puede llegar a plasmar sus propios sueños. Si se diera cuenta que se está generando un daño a sí mismo, tal vez lo pensaría dos veces. Si no logramos comprender que el dolor de uno es el dolor de todos, seguirá habiendo hambre, guerras, abusos y mas y mas miserias humanas día a día. Al dañar a otro me daño a mí mismo. Aunque me crea un vivo bárbaro y juegue a que no me doy cuenta o que no me importa.
La persona depositaria de esa Envidia puede verse envuelta en situaciones de riesgo.
El envidioso no tiene paz. Su mente está atormentada, inquieta, llena de voces.
Se siente infeliz, fastidiado por estar todo el tiempo pendiente de lo que hacen o no hacen los demás. Porque el otro actúa como un espejo. Entonces hay que destruirlo.
Lo lamentable es que a veces, la única manera de que un envidioso se ponga en contacto con lo que realmente desea, lo hace feliz, lo enamora, es verlo en otro. Porque está tan desconectado de su sentir auténtico que no sabe ni qué le gusta. Y en caso de saberlo, como dicen los mexicanos, “Se hace el occiso”. Una vez cumplido este paso, aparece la destrucción de ese espejo. De alguna manera, mata internamente al original para asumir su personalidad, sin dejar rastros.
¿Cuál es la diferencia entre Envidia y Celos? Una cuestión de verbos. Tener- No Tener.
La Envidia es originada cuando otro disfruta de algo que anhelamos (atención, amor, afecto, belleza, bienes materiales, etc.); los Celos, cuando otro tiene algo que deseamos tener. El mejor antídoto es el darse cuenta de que “no tenemos nada”. Creemos “tener” una casa, un trabajo, una familia, salud, dinero y amor, (como dice la canción). Y de golpe…un revés…y chau…no mas casa, ni salud, ni dinero, ni amor… Ahí comprendemos que nunca tuvimos nada. Pero necesitamos “poseer”. Y nos lo creemos, aunque las evidencias nos demuestren lo contrario día a día.
La Envidia suele darse entre dos personas. Los celos incluyen un tercero, aunque sólo exista en la imaginación.
El Celoso sufre tremendamente. Hasta llega a desarrollar conductas viles. Compite, descalifica para verse superior. Cree que si es mejor no lo van a dejar. Va a ser “el elegido”. DRI de abandono.
Empareja hacia abajo.
“Si consigo hacerte ver inferior ante los demás, voy a parecer mejor que vos” No importan los recursos a utilizar. Todo vale.
Quien es considerado maltratado, repudiado ocultamente, desacreditado y solamente recoge las sobras de cariño, quien no tiene valores para un celoso, no genera ningún daño a su ego. Es merecedor de todo el afecto. Por otro lado, el otro aparente protagonista, el aclamado, recompensado y depositario de virtudes, es una amenaza a su sentimiento de inferioridad.
El Celoso precisa controlar todo. Quiere todo para sí. No necesita de motivos para montar una escena. Cree que sabe más de nosotros que nosotros mismos. Espía. Averigua. Interroga. Vigila. Hace “acopio de información”. Pero se reserva para sí los detalles de su propia vida, vive a escondidas y cree estar disimulando u “omitiendo” lo que no considera digno de admiración en sí mismo.
Llega a conclusiones en su delirio de celos, que para él/ella son absolutas verdades.
En el caso de personas emocionalmente irritables, coléricas, sus celos responderán a estas mismas características.
En otros casos el “tercero”, objeto o sujeto, se convierte en un competidor donde depositar su rencor, sus rabias, porque se siente dejado de lado. inferior o avergonzado. “Perdedor en potencia en su imaginación”.
Busca y encuentra, “Pruebas del delito”, falsas interpretaciones.
La ansiedad, el miedo lo vuelve agresivo. Hasta puede llegar a agredir físicamente.
Se acostumbra a vivir en un clima de sospechas, que se torna más problemático si se trata de personas con predisposición al alcohol, drogas u otra sustancia dependiente. DRI de persecución.
Probablemente, alguien que está celoso porque un tercero está teniendo una muy buena relación con algo o alguien que significa mucho para él/ella, sienta envidia del éxito que tiene con lo que considera suyo y de nadie mas o si se siente frustrado y con mucho pendiente. Así, la envidia desemboca en un estallido de hostilidad hacia quien se siente como superior y la necesidad que ya, no sólo se dirige al deseo de tener esa supuesta valía, sino a la destrucción de quien es percibido como “mejor”. Y prefiero ni entrar en temas de género!
Según Melanie Klein, cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo.




El ponerle el cuerpo a esta situación suele dejarnos muy golpeados. El cuerpo emocional y el afectivo son los que mas sufren. Es aconsejable movilizar todas las huellas que vayan quedando grabadas en estos cuerpos, para que no desemboquen en enfermedad. Las palabras no alcanzan. Expresar, sacar la presión que nos ha tocado soportar, nos va a ayudar en el proceso de asimilación y liberación. Nos va a aliviar.
Como la flor de loto. Nace, crece, se desarrolla y muere en el fango. Pero nunca…nunca…se ensucia.

Un abrazo a todos. Liliana M Pérez Villar.