sábado, 26 de septiembre de 2009

COMPAGINÁNDONOS.


Hace un tiempo atrás, les envié una serie de preguntas dirigidas a los varones, que dimos en llamar “Cuestionario”, pero que en realidad, era sólo una ayuda para que se animaran a expresar en relación a sus sentires y pareceres con respecto al AMOR. Como me han reclamado una devolución, allá vamos entonces con ella.
Lo que mas ha llamado mi atención, es que a pesar de haber mencionado claramente, que estaba dirigido a los varones y no a las mujeres, (sólo se les envió a algunas, para que lo reenviaran a sus amigos varones, que quisieran participar) hubo un número considerado de respuestas femeninas. Volví sobre el adjunto enviado, para asegurarme de haber sido clara al respecto. Era exactamente así. Fue verdaderamente muy sorpresivo encontrarme con estas respuestas que, definitivamente, no esperaba. Y notar que, a pesar de preguntas como: “¿Qué lo enamora de una mujer?”, tachaban la palabra mujer y escribían “hombre”. Otras respondían que les “parecía que no habían entendido bien o que no estaban seguras de estar respondiendo coherentemente”. Se confundían. Pero a pesar de la duda, continuaron. Reparé en cuántas veces, las mujeres hacemos esto en nuestras vidas, con los familiares, compañeros de trabajo, amigos, amantes, etc. “Nos hacemos cargo de todo”. “Nos sentimos responsables por todo lo que pasa en nuestro entorno”. ¿Cuántas mujeres conocen ustedes, que responden cuando se les pregunta algo a los hijos o al marido? ¡Piensan por ellos! Por ejemplo:-“A él no le sirvas de eso porque no le gusta”. ¡Y por ahí, ese día se le antoja al susodicho que sí le gusta! Pero no lo va a decir ni loco, por no llevarle la contra y porque en el fondo, le gusta ese rol maternal de la mujer. Claro que esa misma maternidad, se le vuelve en contra en otros aspectos, pero es un modelo vincular que se contrató así y no ha ido a paritarias, al menos, hasta el momento. ¿Será que al tratar de salirnos del gobierno “machista” del que tantas veces hemos hablado, nos fuimos cargando con más y más cosas y ya no sabemos ni delegar? ¿Respondemos por ellos, pensamos por ellos, organizamos sus cosas, hasta empezamos a actuar como ellos buscando una manera de evolucionar, porque no sabemos bien cómo es evolucionar como mujeres? Todas estas preguntas se amontonaban en mi mente, al intentar devanar esos ovillos anudados de respuestas confusas.
En cuanto a los varones que respondieron, se notaba un tono “gracioso”, por ser gentil. Como si hablar de sentimientos fuera cosa de mujeres. Seguramente, si se les hubiera preguntado por un tema político, deportivo, policial, las respuestas habrían sido mas comprometidas, profundas, sinceras. Me aparecían caras de varones cuando las mujeres cometemos el horrible error de preguntarles: -“Pero vos… ¿qué sentís por mí?” –“¿Cómo qué siento?” “¿Vos no sabés lo que siento por vos?”, como si le estuviera preguntando por el Teorema de Pitágoras o la raíz cuadrada de un burro. En cuanto a su estado civil, ellos contestaban: “Adjunto”, “En una relación complicada”, “No sabe, no contesta”, “In between”, etc. a diferencia de las mujeres que simplemente respondían, soltera, casada, divorciada…Todo era como un chistecito. O acotaban sus respuestas a “SI”, “NO”. Ninguno utilizó la posibilidad incluida en el texto de ampliar su respuesta (sí lo hicieron las mujeres, para aclarar sus dudas). O contestaban de acuerdo con lo que pensaban y no lo que sentían. Como si estuvieran dando un examen de moral. Y verdaderamente, me quedé con la sensación de que es un reflejo de la vivencia actual del AMOR. Como si la experiencia del AMOR se viviera en el plano intelectual, carente de un sentir profundo y auténtico. Como si no fuera tomado realmente en serio. ¡Y atención que serio no es falto de humor! ¡Todo lo contrario! Tampoco el HUMOR es sorna, burla, y muchísimo menos, IRONÍA. La ironía es muy agresiva y no es fácil salir indemne de ella. Es la manera de decir algo con mucho rencor, tratando de hacerlo pasar por gracioso. Pero es fácilmente detectable. Creo que hay mucha ira, rabia, bronca. ¡Qué bueno sería que quienes se den cuenta que son portadores de este terrible virus, el del rencor, tomen conciencia del daño que causan! Que vean que es una especie de abuso de poder, es someter a los otros a través de la rabia, del miedo, paralizándolos para colocarse en el lugar del Poder. Es muy destructivo. Y quienes estén a su lado, no van a tener ganas de seguir estando. Les van a temer, van a tratar de evitarlos, se van a apartar, se van a hartar. Por eso suelen recurrir a la ironía, para intentar parecer más simpáticos y que no se les note sus delirios de mando. Utilizan la ironía para descalificar a los demás y se vuelven crueles y demoledores.

En lo profundo del alma, hay un lugar de AMOR eterno donde encontrar el verdadero sentido de la vida. A veces lleva mucho tiempo encontrarse con él, a través de, en nombre de, otras… no tanto. Pero vale la pena abrir el corazón y salir a su encuentro. Desde ese lugar, desde la quietud y el silencio del Espíritu, es posible aliviar las tristezas, transformar el rencor en AMOR, ternura, comunión, armonía y paz interior. La suma de tu paz con la mía, la de tu vecino, tu hermano, va a generar paz en el entorno. Pero no hay que buscar esa paz en el mundo externo. Confiar en el AMOR es la mejor forma de que varones y mujeres podamos relacionarnos y amarnos con respeto, con compromiso, con ternura, sin celos, envidias, disputas de poder, rencores por medio. Así, las mujeres podremos vivir como mujeres y los varones como varones, sin confundirnos. No debemos pretender que los demás cambien. Cada uno debe aprender de sus propias experiencias. La Creación está ahí para asistirnos, para presentarnos una u otra vivencia, de acuerdo a nuestro nivel de evolución. Cuanto mayor sea la resistencia al salto evolutivo, cuanto más se sujete el ser al mundo de lo material, cuanto más apegado esté a la forma, tanto más difícil será el aprendizaje. Y repetirá y repetirá continuamente hasta aprender, si es que aprende, apegado a su mente, sin poder desarrollar su espiritualidad. Espiritualidad que radica en que cada acto, pensamiento y sentir, en el día a día, sea un reflejo de ese AMOR. Las pequeñas cosas de la vida. No hace falta convertirse en Santo. Lo único que está a nuestro alcance es AMARNOS y compaginarnos lo mejor que podamos. Y volver a confiar. La única Revolución posible es la Revolución Espiritual, en el sentido del AMOR. La única manera de hacer de este mundo, un lugar de paz, armonía, un espacio confiable y amoroso.


Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pérez Villar.