domingo, 24 de junio de 2018

Festejo, comida, comunicaciòn y AMOR.

Ayer sábado, luego de la clase de M.O.V.E.R.S.E., celebramos el cumpleaños de una integrante del grupo. En realidad, todo un acontecimiento. Hay momentos en la vida en que se hace muy difícil una celebración, porque los tiempos y circunstancias no acompañan. Es cuando debemos rescatar el pequeño Yang dentro del Yin o el pequeño Yin dentro del Yang. Se puede celebrar la vida dentro de momentos de profunda tristeza, aunque seguramente, será de manera distinta. Pero es posible. También se puede transitar por situaciones de mucha angustia o congoja, dentro de estados de felicidad. No es necesario soplar trompetas, matracas, gritar o contar chistes y divertirse a la fuerza. Tampoco es obligación emborracharse, fumarse un faso o estimularse con sexo, droga y rock and roll. Es posible compartir lo que hay, con afecto, sencillez y respeto por la vida. Y así, pasar un hermoso instante, amoroso, entrañable, aún incluso hablando de temas dolorosos. Por qué ignorar las cosas que entristecen? Por qué no “hay que hablar” de lo que apena? Si “no se debe hablar” entre los que compartimos nuestra cotidianeidad, nuestros afectos y cuidados, de aquello que nos mortifica, no es una forma de engaño? Omitir es una manera de mentir. Y es muy mortificante para quien espera comunicación, diálogo e inclusión en la vida de alguien. Negarle la palabra a cualquiera que nos ame, es un modo muy tortuoso. Claro está que, aunque no se dé cuenta, quien calla y excluye, quien se traga lo que le pasa y no le da chance a otro de saber lo qué le sucede, compartir, reparar, apoyar o lo que sea, al primero que daña es a sí mismo. La confianza, el cariño y las ganas de estar con, son el mejor estímulo para hacer de la adversidad algo maravilloso. A no engañarse. Cuando se quiere estar, se está. Cuando se quiere compartir, se comparte. Y cuando se quiere rechazar…se rechaza, aunque la queja sea sentirse rechazado. Hemos pasado una tarde hermosa. Las trompetas no sonaron, pero sonaron las vivencias compartidas, las sonrisas con ojos humedecidos por los recuerdos, las anécdotas, el paso del tiempo y la conexión entre seres heterogéneos, que hallaron un hilo de contacto entre historias, hechos, relaciones y cuentos. Para tener presente en esos momentos en que sentimos que “cómo vamos a estar bien si…”. Si no nos tomamos ciertas licencias frente a la adversidad, se hace muy duro seguir remándola. Digamos que ya que toca atravesar por determinadas circunstancias inevitablemente, al menos podemos elegir la forma. Para eso, necesitamos tener un gran trabajo interno en relación a los miedos fundamentalmente. Quien le teme a la muerte, evita hablar del tema. Quien le teme a las enfermedades, evita hablar de ellas. Es como mágico: si no hablamos de esto…no existe y no me angustio. Pero es solamente prolongar la angustia y no atravesarla nunca. Cuanto mas neguemos lo que nos pasa, cuantas mas sustancias utilicemos para adormecer lo que sentimos, cuanto mas evitemos confrontar las cosas, mayor será la agonía y mas eterno el sufrimiento. Así, entre Chicha morada, sandwichitos y torta, nos encontramos desde lo mejor de nuestros corazones. Dicho esto y cambiando rotundamente el ángulo de la información, a la hora de ordenar la cocina, me encontré con un plato repleto de la colada de la Chicha morada. Me resultaba inmoral casi tirar todo eso. Llevo un largo camino recorrido en relación al cuidado de los recursos del planeta. Y si bien no soy Mcdonald's ni el Mercado Central acostumbrados a TIRAR toneladas de comida intacta con la que se acabaría el hambre de muchos seres, hago mi parte por mínima que sea. No soporto creer que no se pueda hacer nada contra todos estos monstruos que por dinero, privan de alimento a miles, sin pena y con complicidad de todos. Bien, retomo. Miré el plato y puse manos a la obra. Es imprescindible entrar a la cocina siempre con total pulcritud. En cuanto a la manipulación de los alimentos y la limpieza en general, No es lo mismo un par de platos acumulados del día que no se alcanzaron a lavar por cuestiones de tiempo, que entrar a caballo por encima de ollas y vajilla sucia de varias comidas. Tampoco andar cuchareando, probando y revolviendo con los mismos utensilios y lengüetear lo que luego comerán otros. Hay que abordar la alimentación con conciencia y absoluto respeto. En ANAMCARA, desde sus comienzos, llamamos a los seminarios sobre alimentación: COCINA CON AMOR. Y ese es el ESTAR en la cocina. Bueno, sigo. La colada estaba impecablemente conservada de unas horas antes. Vertí por partes en la licuadora: la pulpa del maíz morado, el membrillo, la manzana rescatada del colador, medio limón de esos que siempre quedan impares en la heladera con cáscara y semillas y agregué agua caliente hervida o de filtro para facilitar el licuado. El limón le agrega pectina que es una fibra natural muy soluble en agua, que se une con el azúcar y los ácidos para formar un gel. Esto además, le da consistencia a la mermelada. Condimenté con canela, clavos de olor y jengibre. Endulcé con stevia en hojas y un poco de azúcar mascabo y todo a la olla. Cuchara de madera y el resto… ya lo saben. Frasco de vidrio y a la heladera. Bocatto di cardinale!!!
Luego vi la bolsita llena donde había guardado las cáscaras del pan integral de los sándwiches y fueron derechito a la procesadora. Si nos vamos a poner creativas…que no haya límites!!! Decidí hacer milanesas (podés hacer budín si querés también). Cada uno a su gusto. Las milanesas pueden ser de carnes para quienes consumen o de verduras: berenjenas, calabaza, zucchini, soja o lo que se te ocurra. Incluso cualquier verdura que no sea compacta y que vos compactes procesando y agregando desde harina a legumbres molidas, arroz o … Vamos por el empanado. A partir de hoy, este va a ser nuestro empanado supremo, jajaja. Procesé las cortezas del pan. Fui a la alacena y entré a sacar de esas cosas que siempre tengo y uso habitualmente: Semillas de lino, chía y sésamo integral (una cucharada de c/u por vaso de licuadora aprox). Provenzal y juliana disecada. Ají molido. Condimenté con la sal ahí mismo. Es una manera de usar menos sal y distribuirla bien al licuar. Comino. Vos podés adecuarlo a tu gusto. Pasé por huevo y luego por la mezcla. Al horno. Trato de evitar los fritos. El sabor que le dió al entrar en contacto con el calor del horno es inigualable. Delicioso. Ahora estoy mirando el marlo del choclo para ver qué se me ocurre! Jajaja. Lavé y sequé las láminas de plástico que venían con el fiambre y las utilicé para separar las milanesas entre sí y guardarlas en el freezer. El papel blanco doblado al cajón para secar aceites y limpiar restos de ollas y sartenes para que NO vayan a parar al desagüe de la pileta. ¡¡¡¡JAMÀS TIRAR ACEITE EN LA PILETA!!!! Una gota de aceite contamina mil litros de agua. Colocá el aceite descartable cuando se enfríe en una botella de plástico y llevalo a cualquier org. de reciclado. Podés juntar el de varios días. Como verán, en la cocina nada se pierde…todo se transforma. El recordar que hay quienes no tienen un bocado para llevarse a la boca agudiza la mente a niveles insospechados. No tirar nada. Obviamente que para hacer esta comida hay que tener cosas en casa. Pero así como en mi alacena había semillas y condimentos, en las suyas habrá aquellas cosas que usen a diario. Pónganse a crear. La alquimia de los alimentos es infinita. Disfruten de su estancia en la cocina, para ustedes y sus seres queridos y agradezcan cada trozo que la Providencia ponga en sus platos y MAS DE UNA VEZ POR DÌA EH!!! Aunque la queja sea eterna, quienes comemos todos los días y mas de una vez, somos seres privilegiados. Celebren la vida y compartan. HABLEN. COMUNÌQUENSE. NO LE NIEGUEN CONTACTO O PALABRA A NADIE. AGASAJEN. AGRADEZCAN. COCINEN CON AMOR. ¡¡¡AMEN!!!! Desde el alma y con todo el corazón Liliana Marcela Pérez Villar lilianamperezv@gmail.com