sábado, 11 de agosto de 2012

SI SUCEDE…¿CONVIENE?

Se dice que todo lo que nos acontece es parte de un Plan perfecto. Y por ende, TODO, tanto lo “bueno” como lo “malo”, es lo que necesitamos en determinado momento de nuestra vida, para aprender lo que aún no hemos aprendido. Por tanto, lo que sucede es lo que “conviene” a nuestros “intereses”. En este último tiempo, he escuchado cantidad de veces esta frase, que como todo lo impuesto en el programa de Tinelli, termina en los medios de comunicación 24 horas al día y más… Bueno, malo, conviene, intereses…un limado de cerebros! Pensaba en estos días en que se han cumplido los 60 años de aquel (suponemos) primer ataque atómico a Hiroshima y Nagasaki, que en realidad es cierto, siempre le conviene a los intereses de alguien o álguienes, aunque eso signifique horror, terror, espanto. A pesar de mis creencias y de coincidir en algún aspecto con esta frase, me costaba creer en un plan macabro, tan siniestro de “conveniencia o plan perfecto”. En cambio, me resultaba mucho más creíble atribuírselo a las bombas Fat Boy y Little Man arrojadas desde el cielo por el Enola Gay, un bombardero B-29, pero desde el cielo “físico”. Mi mente no concibe la idea de un Dios, un Buda, un Innombrable, una jerarquía superior, tramando semejante acto de crueldad, aunque lo haya estudiado y sepa INTELECTUALMENTE el significado y hacia dónde apunta, aunque mi corazón lo sienta. Es como cuando nacieron mis hijos. Por más explicaciones genéticas que se tengan, el milagro de la vida supera todo lo imaginable. Eso justifica las interminables horas, días, semanas, de mirarles y contarles los dedos, y no entender porqué eran cinco y no ocho o porqué no eran pezuñas o garras, qué se yo! La ciencia no me servía para nada. Estaba frente a la materialización del milagro. ¡Qué genes ni genes! Pensaba qué tan conveniente podría resultarle a una niña o a un niño, el ser abusado o maltratado, explotado o a una mujer ser golpeada hasta quedar liquidada o ni siquiera quedar. Pensaba en las persecuciones, las guerras, los atentados, y también en aquellas acciones personales, esos “terrorismos internos”, esas “guerras entre el pensamiento y el sentimiento”, las “pulseadas de PODER de los EGOS heridos”, y el alcance destructivo ilimitado que tienen. Y sí, siempre hay alguien que cree que le conviene. Porque está tan aislado del sentido de otredad, tan afuera del sentir auténtico, que se llega a convencer que el dolor de otro no va a significar nunca su propio dolor. Está separado, no puede ni imaginarse que el causarle un sufrimiento a otro, es causárselo a sí mismo, porque no hay otro afuera, sino que el otro es él mismo. Por pequeño que sea el daño, al dañar, se daña a sí mismo. Luego va por la vida sin poder comprender su desgracia. Lo que pasa es que la falta de conciencia del daño y la falta de arrepentimiento, definen las conductas psicopatonas, que no necesariamente apuntan a causar el daño, sino a satisfacer los propios intereses, para “lograr objetivos”, pero por falta de EMPATÍA, se relacionan con OBJETOS, no con PERSONAS. Cree que “le conviene”. Esto implica que trabaja siempre para sí mismo por lo que cuando da, es que está manipulando o esperando recuperar esa inversión en el futuro. Como se adapta socialmente, porque conoce los usos sociales, puede pasar desapercibido y mezclarse en grupos como uno más o como líder incluso. Y es así, como muchos de ellos terminan gobernando el mundo o asesorando a aquellos que lo gobiernan, forzando decisiones que responden a sus intereses personales, aunque en ello vaya la vida humana, los recursos humanos o el planeta entero. Ahí se desvirtúa la frase y pasa a ser: “Hago que suceda porque me conviene”. Y ahí, lo ubicamos en un Yo Personal, alejándolo del Yo Superior, de la Creación, La Providencia o como cada quien lo conciba. Es muy probable que, el perseguido termine persiguiendo; quien ha sido abusado desarrolle mecanismos abusivos; quien ha crecido en la mentira, aprenda a mentir; quien haya sido criado como ser “utilitario”, “utilice” y a quien se le haya negado ser auténtico, busque “lo que le conviene”, que es la manera más garantizada de que las cosas salgan mal. Responde a lo socio-culturalmente “aceptable”; hace lo que no le gusta, pero es lo que se espera que haga; se viste correctamente aunque no se reconozca en el espejo; y eso es francamente agotador. Es un esfuerzo sobrehumano tener que ir por la vida, sosteniendo una imagen complaciente con la que no nos identificamos, sólo buscando aprobación. Ustedes deberían ver las expresiones de sorpresa de alumnos y pacientes, cuando descubren con el trabajo corporal, el masaje, la acupuntura, zonas de su cuerpo que ni sospechaban que existían. A veces se ríen extrañados, otras se emocionan hasta las lágrimas. ¿Cómo relacionarse con otra persona si no nos conocemos y reconocemos? Qué es lo que se comparte con otro, que en definitiva es uno mismo, si se pierde la fidelidad al sentir y se cambia por el “me conviene”? Deberían ver la sorpresa al descubrir sus propios mecanismos y si no se enojan, darse cuenta de los que les pasa, que es el primer paso para poder cambiar. ¿Vale la pena renunciar a los sueños a cambio de unos pesos? ¿Vale la pena resignar al estilo de vida para sostener una pareja, un matrimonio? ¿Cuánto tiempo puede pasar antes del derrumbe o la enfermedad? ¿Es realmente conveniente claudicar en los ideales porque un reloj biológico empuja, habiendo tantos niños necesitados y urgidos de AMOR a merced de “lo que suceda”? “Amo la música, pero me conviene trabajar en el Banco por la obra social o porque es más seguro”. Y así, la desconexión aumenta, la desidentificación también y aparecen las inexplicables “enfermedades”. Finalmente, nos hemos traicionado. La peor de las infidelidades nos maneja la vida, la infidelidad a nosotros mismos. La frustración genera enojo y la suma de las broncas sin resolver lleva al rencor. Rencorrrrrrr, tumorrrrr, mal humorrrrrrrr, falta de amorrrrr. Conocerse. Escucharse. Buscar ayuda de ser necesario. Recuperar el esquema corporal, reconocer y aceptar las emociones, los sentimientos, las sensaciones es la forma más directa de desenmarañar estos entramados de viejas matrices de aprendizaje tan “in-corporadas” (metidas en el cuerpo) que terminan gobernando nuestras vidas. Al escribirlo es cómico, pero el registro corporal de quien lo padece, puede llegar a ser muy doloroso y frustrante. Trabajar el cuerpo con movimientos energéticos expresivos rítmicos y sensibles, (M.O.V.E.R.S.E.) permite ir retirando esas capas densas, arcaicas, que hemos construido a lo largo de toda nuestra historia y al modificar nuestros cuerpos, modificamos paralelamente los procesos psíquicos, mentales, energéticos, espirituales, afectivos, emocionales e intelectuales que nos manejan, nos manipulan y disocian las tres áreas que van a definir nuestro estado de salud o enfermedad, el Pensar, el Sentir y el Hacer. Por eso, hay tanto miedo a moverse. Porque parece que al estar quietos, no nos ven y así, creemos que no se dan cuenta de lo que nos pasa. Quien no desea cambiar, evita moverse. Porque sabe que cambia. Y eso que dice desear, también le produce mucho miedo. Por el viejo refrán de “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Y el tiempo pasa, y nos vamos poniendo viejos y las murallas que no se mueven cada vez están más fijas. El miedo a sufrir y a hacerse responsable de lo que sucede, somete, paraliza, esclaviza y obliga a estarse quieto. Pero esas cadenas que pulimos y brillamos con sufrimiento, tienen llave, pueden abrirse y algunas están abiertas y quien se queda, lo hace por su propia voluntad. Es cuestión de liberarse. Es muy bueno reconocer nuestras propias esclavitudes. La única forma de poder acabar con ellas.
Te espero para que puedas venir a trabajarlo con nosotros. Desde el alma y con el corazón. Liliana Marcela Pérez Villar lilianamperezv@gmail.com FaceBook: (2) ANAMCARA CENTROS DE ENERGÍA ANAMCARA ESCUELA DE CENTROS DE ENERGÍA.