domingo, 3 de julio de 2011

INTERLOCUTORES VÁLIDOS.


¿Qué te alivia cuando te atrevés a abrir el corazón y contarle a alguien, algo que te angustia, algo que te pasó, que te apena, te mortifica, algo por lo que estás sufriendo? Por el contrario: ¿Qué es lo que te hace arrepentir, inmediatamente después de haberlo hecho? ¡Convengamos que es raro que alguien se suba a un colectivo con un megáfono, a contar indiscriminadamente lo que le sucede, a menos que esté en campaña electoral o que utilice a los demás para hacer catarsis! ¿Te sucede que compartís algo con una persona, a quien considerás capaz de escuchar con amor y comprensión y te sale con un disparate? Una INTERPRETACIÓN, un RETO, una FANFARRONADA ARROGANTE, un AIRE DE SUPERIORIDAD, una DESCALIFICACIÓN, como que A VOS TE PASAN TODAS, lo que significa que sos un imán que atrae “desgracia”, único ser en el mundo al que le suceden esas cosas, que a tu interlocutor JAMÁS LE PASARÍAN, porque es mejor, más afortunado, más inteligente, “ MÁS MEJOR”. Resultado, hablás del tiempo, de Marcelo Tinelli, del Casamiento Real, de Zaira Nara, aunque de todas maneras, el sopapo puede llegar igual por cualquier costado, lo que tiene de bueno es que, tal vez, te llegue menos, pero no es seguro, depende. ¿Qué ves? “¿Qué ves cuando me ves?”, “¿Qué escuchás cuando me escuchás?” La falta de experiencia o la negación de los aspectos propios, los miedos, hacen que no se escuche con claridad, que se parta de un prejuicio, un pre-juicio en relación a alguien o algo y probablemente, actúe como mecanismo de defensa, frente a situaciones temidas que, bajo la capa de Super Héroe, “A MÍ…NUNCA ME VAN A PASAR”. Son interlocutores que no hablan de ellos, salvo que sea para contar “logros” y ocultan sus debilidades. En realidad, temen que les hagan a ellos, lo mismo que ellos hacen cuando se los considera confiables: dar con un palo por la cabeza, discursar desde el púlpito, escuchar en silencio para culminar con un martes 13, juzgar. ¿Conocen alguna vacuna, módulo, glóbulo que proteja de que: Cualquiera, en cualquier momento, pueda hacer Cualquier cosa (como diría el Maestro). Tal vez, si sólo me involucro con las 10 personas o menos, que conforman mi círculo más cercano, (por eso del “no te metas” o “únicamente con la familia”) tenga menor exposición. Pero es increíble cómo la humanidad “enroca” víctimas y victimarios, o los inventa. ¿Crueldad? ¿Desamor? ¿Falta de interés, solidaridad, EMPATÍA? ¿Miedo? ¿Complejo de inferioridad? ¿Sensación de superioridad? ¿Soberbia? ¿Celos, envidia? ¿Confusión? ¿Bronca? ¿Culpa? ¿Disfraz que oculta la vulnerabilidad? ¿Superficialidad? ¿Vanidad? Esto se ve tan claro cuando trabajamos corporalmente. Porque el cuerpo es mucho más sabio que la mente. Cuando vemos a un alumn@ moviéndose desde el Centro Cardíaco, abierto, amante, tierno, cálido…y otr@ muy instalado en el Centro Laríngeo, por ejemplo, controlando todo, el movimiento, el propio y el ajeno, imponiéndose con fuerza, separado del sentimiento y preocupado por lo correcto-incorrecto, lo que “hay que hacer o no hay que hacer”, la imagen, la hora, la estufa, que parece que NUNCA SE VA A AFLOJAR, A RELAJAR, es “alguien en control”, tan valorado por nuestra cultura actual. Bajar de la cabeza al corazón puede llegar a ser considerado desde absurdo, hasta revolucionario. Y bajo estos parámetros, ¿Qué chance existe de poder compartir un sentimiento, una emoción, con quien está habitualmente instalado en el pensamiento y la razón? Podemos debatir sobre lo que pensamos, pero no sobre lo que sentimos. Si con estas temperaturas de 0 grado, siento calor, puedo comprender que algo no encaja desde el intelecto, pero sigo sintiendo calor y eso NO ES DEBATIBLE. Pregunten a quien padezca o haya padecido ataques de pánico y díganme si explicarles que nada les va a suceder, alcanza para calmar lo que sienten. Es muy desalmado y por demás violento, sólo comprender lo que nos pasa o pasó a nosotros. Juzgar al prójimo es muy sencillo. Pero claro, si lo mismo nos pasa a nosotros: “¡Hay que ver, cómo es la gente, cómo es que no pueden comprender esto o aquello…!” ¿Pero en qué quedamos? Si cuando le sucedió a Pepe o a Pepa vos dijiste que…y te pareció que…y criticaste a… -“Ah…pero era distinto”. Claro que sí, era distinto porque le pasó a otro y pensar que le sucedió por tonto, además de ratificar el sentido de separación del resto, me tranquiliza, porque como “soy mucho más vivo, a mí…no me va a pasar”. Una INTERPRETACIÓN FUERA DE UN ENCUADRE ANALÍTICO ES, POR SOBRE TODAS LAS COSAS, UNA AGRESIÓN. Un acto destructivo que suele tener mucho más que ver con quien interpreta, que con el interpretado. Este último tiempo, he tomado la costumbre, DENTRO DEL CONSULTORIO, de preguntar al paciente si desea que trabajemos juntos lo que expuso, si quiere una DEVOLUCIÓN, o si seguimos avanzando con el tratamiento desde otros lugares, en el conocimiento que lo dicho, ESTÁ DICHO Y ESCUCHADO. Cuando se arrastra un EGO HERIDO por la vida, una interpretación, AÚN DENTRO DEL CONSULTORIO Y CON ANUENCIA DEL PACIENTE, puede resultar muy hiriente y nada deseo menos en la vida que ocasionar un dolor extra a alguien, aunque las intenciones sean buenas. Imagínense ustedes, la misma situación en un café con un amig@ o en una situación social de cualquier índole. Debemos estar atentos a quién nos exponemos cuando estamos sufriendo o pasando por alguna “temporada baja” (diría Elbi). Aún los que tenemos años de experiencia en ejercer como muñecos de tiro al blanco y con todas las balas encima, a la larga aprendemos distintos saltos al vacío. Conservamos el “palomita, pecho abierto” para algunos casos y contamos con otros saltos acrobáticos desde diferentes alturas. Apostamos más por los sincronizados, comenzando por la carrera de aproximación, el impulso o despegue, elevarnos juntos, y recién ahí…nos tiramos al agua. Abandonamos la triple mortal hacia atrás con los ojos vendados y pies y manos atadas. Sólo conservamos excepcionalmente, rescates a príncipes o princesas al lomo del Dragón, en nombre del AMOR. Cuando estamos CENTRADOS, podemos darnos el lujo de derrapar y retomar el centro. Pero para esos momentos en que todo parece derrumbarse, debemos mantener el espíritu sintonizado con la Fuerza, los pies en la Tierra y la cabeza en el Cielo. Y desarrollar el sentido de la PRUDENCIA y de una distancia sabia, para no ser DEPOSITARIOS DE SITUACIONES AJENAS NO RESUELTAS, CUANDO TENEMOS LA VALENTÍA DE ABRIR NUESTRO CORAZÓN Y HABLAR DESDE EL ALMA. Somos responsables de todo lo que pensamos, sentimos, hacemos y decimos. Y si tu lengua, reflejo de tu corazón, funciona como un aguijón, luego no te quejes cuando preguntes: “¿Cómo estás?” y te digan: “Bien, bien, todo bien”. Asegurate que tu interlocutor esté situado en el mismo centro que vos o en un centro afín, que lo involucre. Donde estés hablando desde el fondo de tu alma y notes una cara pensante, lista para lanzar el dardo envenenado, ponete a hablar de Alberto de Mónaco y Charlene o empezá a recitar la ley de la relatividad. Fijate el lenguaje del cuerpo. Así va a ser la respuesta que obtengas y la conexión con tu interlocutor. O conservá el silencio y ¡RESPIRÁAAA!
Un abrazo a tooooooooodos.
Desde el alma y con el corazón.
Liliana M. Pérez Villar.
lilianamperezv@gmail.com
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